Hay cosas que son como son y no se puede aumentar. Por
ejemplo, si por desgracia alguien se muere, se ha muerto y ya está. Uno no se
puede morir más muerto, ni aunque tenga ojos de gato e intente morirse seis
veces más.
Sin embargo, este fin de semana, con el medio puente que ha habido,
y que Donosti se ha llenado de turistas ansiosos, al parecer, de ver llover, pero a la donostiarra, este
vecino del mundo ha descubierto que el narcisismo, por ejemplo, sí se puede
incrementar. Se puede ser más narcisista que lo que es habitual.
Ya sabemos que de un tiempo a esta parte la fiebre del "selfie", o de la "autofoto" no ha dejado títere con cabeza, y la fiebre del yo me
guiso la foto, y yo me la como, está haciendo mucho daño.
Antes la típica pareja de enamorados que disfrutaban juntos de unos cuantos
días de amor, de vez en cuando te pedía con cara arrobada que, por favor, les
inmortalizaras con su cámara. Ahora, sin embargo, es muy difícil encontrar una
pareja que te pida sacarles una foto. Parece como si ya en el "pack mental" que
la gente se hace antes de comenzar un viaje, ahora se incluye los esfuerzos
para conseguir una buena autofoto.
Sin embargo, este fin de semana de turistas entre
despiadadas gotas de lluvia, he descubierto que ya hay verdaderos profesionales
del selfie que vienen pertrechados con una especie de barra metálica que se
sujeta manualmente por un lado, y por el otro se coloca la cámara fotográfica,
para ganar distancia en los futuros selfies, y ya no sea solo una cabeza enorme,
debido a la cercanía, lo que se vea de una foto, y haya que hacer un acto de fe
para entender dónde se estaba cuando se sacó la misma.
Es probable que nos traslademos durante un puente sin
nuestro cepillo de dientes o nuestras zapatillas para el salón o la habitación,
pero ¡ojo! nunca sin el palo para el selfie. Luego nos reiremos cuando en
programas del corazón, en televisión, se hace distinción entre los famosos, del reportaje
fotográfico pactado y el denominado “robado” o sin permiso.
Este vecino del mundo puede entender un selfie compartido
por una pareja, incluso le parece romántico ver como arriman sus cabezas
para sonreír al mundo su amor compartido. Pero, incluso, en ese mismo ámbito,
ese palo para selfies parece más un artilugio sexual que algo necesario para
tomar una fotografía. Si se quiere una foto en condiciones, se pide la
ayuda a alguien que pasa por allí en ese
momento, y además es una manera, como cuando haces o te hacen el amor, de
conocer gente.
Ya no solo vamos a ver a cuatro amigos juntos, que cada
uno está con su móvil, tablet, u ordenador, sin hacerse ni pajolero caso, sino
que uno de ellos, con ese palo que se está haciendo famoso, sacará una imagen
desde lejos, para que no haya dudas de lo cretinos y solitarios que podemos
llegar a ser con tanta “modernidad”.
*FOTO: DE LA RED
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