Eso de que estemos ya
metidos en plena campaña electoral, hace que al cortijo que es España le hayan
colocado una carpa de circo en el centro, y eso que este vecino del mundo no tiene nada, vaya por
delante, sino muy al contrario, con ese manera tan bonita de vivir y de sentir
un arte tan antiguo. Y un día sí y el otro también, tengamos que asistir
obligados por los medios de comunicación, especialmente por la televisión, al más difícil todavía de un político desatado en plena campaña.
Si el otro día teníamos que
sufrir a una Esperanza Aguirre tarareando canciones en inglés y francés,
y bailando el “No estamos locos” de Ketama, ayer, sábado, y en el mismo
programa, QUÉ TIEMPO TAN FELIZ, de María Teresa Campos, tuvimos, a pesar de
nuestro estupor, que “sufrir” el descubrimiento de un nuevo showman, Antonio
Miguel Carmona, que canta y baila, y todo sea, también, por la alcaldía
madrileña. En este caso además, con el agravante de que no puede disimular con
la excusa de que fue algo “improvisado”, sino que ya hasta la canción,
Everybody
loves somebody sometimes, estaba preparada. Por cierto, y quizás sin
pretenderlo, con el título de la canción elegida ya ha dado carnaza a los que
quieran meterse con él. Ese “Todo el mundo ama a alguien algunas veces” es muy
fácil de malearlo y ponerlo en su contra, al tiempo.
Cuando entenderán nuestros
políticos que lo de sorprendernos lo tienen ya muy difícil, con todos los casos
de corrupción y choriceo general que saltan a los periódicos, para ser buenos, “casi”
todos los días. Porque a más de uno, entre los que este vecino se incluye, seguro que cuando hacen estas cosas, cuando menos, "tan peculiares", nos hacen acordarnos de ese célebre "ande yo caliente, y ríase la gente".
Con eso de que dos nuevos partidos han aparecido en nuestro panorama electoral, muchos están comparando este tiempo con el final de los setenta y comienzo de los ochenta. Pero aquella España que aprendía a ser democrática, tras muchos años de opresión, solo era sorprendida por algunos políticos del PSOE que en plena campaña electoral iban sin corbata, e incluso los más osados fueron Felipe González y Alfonso Guerra, con algún pantalón y chaqueta de pana. Pero lo de ahora no es una cuestión de pana, sino de pena.
Con eso de que dos nuevos partidos han aparecido en nuestro panorama electoral, muchos están comparando este tiempo con el final de los setenta y comienzo de los ochenta. Pero aquella España que aprendía a ser democrática, tras muchos años de opresión, solo era sorprendida por algunos políticos del PSOE que en plena campaña electoral iban sin corbata, e incluso los más osados fueron Felipe González y Alfonso Guerra, con algún pantalón y chaqueta de pana. Pero lo de ahora no es una cuestión de pana, sino de pena.
No sé si dan pena los
candidatos forzados a hacer, según ellos mismos o sus diseñadores de campaña,
el más difícil todavía, o damos pena nosotros, por tener que sufrir a unos
candidatos operados y extirpados de autoestima.
Este vecino nunca ha osado
hablar por boca de los demás, porque bastante tiene con intentar representarse
así mismo, pero cree pensar que al decir lo que va a decir puede resumir el
sentir de una gran mayoría de españoles:
Si quieren sorprendernos a
partir de ahora, y no solo en campaña electoral, sino siempre, sería de
agradecer que se limitaran a presentarnos su programa electoral limpio, claro y
sin mentiras, y cumplirlo sin cambios de última hora, una vez que han ganado
las elecciones, aduciendo que las circunstancias les obligan a ello. Y por
supuesto, como un punto central y especialmente importante, evitar el choriceo,
el amiguismo, y el “a dedo” dentro de su partido, y su futuro gobierno. Lo
demás, es intentar ocultar el sol con la yema de un dedo.
*FOTO: DE LA RED
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