Nunca me había pasado. Hoy he tenido que dejar de soñar,
en la cama, como Dios manda, porque en ese sueño debía dinero. No hace falta
ser un lince para pensar, que puede ser, tan solo puede ser, uno de los
síntomas de la crisis.
Como ya he dicho aquí alguna vez, “el vecino del mundo”,
este blog, y el otro que tengo de pintura, nacieron a modo de daño colateral, o
mejor dicho como manera de dar rienda suelta a mis inquietudes, y evitar así que
éstas me devoraran, ya que víctima, junto a otras veintinueve personas, de un
E.R.E. (como muchas veces, injusto) tuve que irme al paro, de hecho el
finiquito lo firmé como “regalo de cumpleaños”, el día de mis 55 años. La vida
es así de irónica, y sin sentimientos. Porque aquí los sentimientos los ponemos
nosotros, si queremos, o si podemos.
¡Bueno! Pues eso, que en las épocas de vacas gordas,
algunas veces tenía pesadillas porque, había días, o mejor dicho, noches, en
las que no me cuadraban las cuentas, o porque discrepaba con el jefe. ¡Siempre
en el mundo de los sueños! Sin embargo, ahora, cuando el destino te hace que te
refugies más en ellos, a modo de Edén, o refugio de paz en un mundo convulso (espero
que no sea como prolegómeno al más allá final), no puedes hacerlo, porque digamos que llevas
tus miedos de “despierto” al mundo irreal.
Siempre me han atraído los puentes, de hecho acabo de
pintar uno. A ciencia cierta nunca he sabido la razón de esa atracción.
Viéndolo a posteriori quizás pueda ser una metáfora sobre separación de mundos,
de modos de vida, y esa unión que debe de haber entre ambos. Porque un puente
se puede entender como una unión, o una separación. Una especie de frontera o
bisagra entre dos mundos.
Alguna vez ya he explicado aquí la unión que tienen para
este vecino del mundo, tanto la escritura como la pintura. Los dos se
encuentran en un mundo que empieza detrás de una hoja, o lienzo, en blanco, y
depende de cómo vayas “quitando” ese blanco, lo que hay detrás de esa cortina
va apareciendo, pero siempre dependiendo del arte que tenga el que intenta
pasar ese telón blanco.
Hoy, por lo que se ve, he tenido problemas de aterrizaje
entre el mundo real e irreal, o hiperrealista vaya usted a saber. Me ha fallado
el puente, en este caso el de aterrizaje, pero siempre un puente. Ese que
siempre me ha atraído, quizás porque sugiere muchas cosas, incluso puede tener
mucho de sexo, por aquello de nexo de unión, y porque nos permite ir a otros lugares, nunca a la vista, y
siempre más cerca del corazón.
*CUADRO: "PUENTE EN EL SEÑORÍO DE BERTIZ", obra al óleo de PATXIPE.
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