Cuantos más detalles vamos
recibiendo del intento/simulacro/cachondeo de salvamento de los tres espeleólogos
españoles que tuvieron un grave accidente en una cueva en Marruecos, más ganas
da de llorar, ante semejante cúmulo de presunta, por no meternos en problemas,
ineptitud por parte de las autoridades marroquíes, y lo que pueda tocar, que toca, a las nuestras.
Y mientras el gobierno
español, como siempre, intentando hacer sin hacer, tomando medidas, sin
tomarlas, y una vez más el destino nos pone "mirando al sur".
El relato del único
superviviente, Juan Bolivar, ayer, primero en una rueda de prensa, después por
la noche en la radio, pone la carne de gallina, y recuerda más a las andanzas
de un Inspector Clouseau, que de una estrategia de rescate normal y corriente.
Con el agravante de que está viendo morir a su compañero tras cinco días de
sufrimiento por la falta de pericia de los dos miembros de la Gendarmería
marroquí, que visto lo visto, su incapacidad es más que demostrable, y que todo
tipo de mando intermedio ahora va a intentar quitarse de en medio. Porque está
claro que caerá alguna cabeza, pero ya sabemos que en estos casos siempre es
mal y tarde.
Nuestros vecinos desde la época de la célebre y
desgraciada Marcha Verde nos tienen tomada la medida, y saben que el león
español de fiero no tiene nada.
Precisamente y empalmando con esta desgraciada
noticia, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha propuesto juzgar a once
altos cargos y militares del Gobierno de Marruecos a los que imputa, entre
otros, un delito de genocidio por los crímenes que se cometieron contra los refugiados del Sahara Occidental entre los años 1975 y 1992, a la vista de las
pruebas encontradas y auditadas en una fosa común, con restos de españoles a
todos los efectos.
Como se suele decir: - No quieres taza, pues toma taza y
media. Y este vecino del mundo se está refiriendo naturalmente al gobierno español, que si quería no
poner más nervioso al vecino del sur, se le están acumulando las razones para
al menos no llamar a su puerta solo para pedir “perejil”, y hablar del
comportamiento de sus "hijos", que por de pronto, y en el caso de lo acontecido durante el intento de salvamento de los tres
espeleólogos, decían tener unos conocimientos y material, que al menos en este caso, no han
demostrado.
A todo aquel que siga desde hace tiempo a “este vecino
del mundo”, ya sabe que si algo es, es demócrata, tranquilo, y entiende y
comprende todo lo entendible y comprensible. Pero llega un momento, como se
suele decir, o te atas los machos, o te toman por el pito del sereno, y ya los
serenos hace tiempo que se perdieron en la curva del tiempo. ¡Ojo! Y que conste
que el vecino del mundo no lo dice porque en este caso el problema tiene aires africanos y parece
que puede ser más fácil tomar medidas. Cuando ha tenido que opinar en contra de franceses, alemanes, o
cualquiera que fuera su origen, también lo ha hecho.
Porque a este vecino del mundo no le duelen prendas, y no
deben doler, no por el orgullo patrio, no, que eso siempre es muy ambiguo, sino
porque por burocracia, por aparentar una preparación o por lo que fuera, tres
personas, que en este caso, da la casualidad de que son españoles, han tenido un
problema muy grave, y dos de ellas ya no están entre nosotros ni para que les
pidan perdón, ni para perdonar.
Está claro que no debemos esperar ninguna declaración del
Señor Rajoy, a la sazón Presidente del Gobierno, porque en numerosas
ocasiones ha declarado que él de muchas “cosas” no habla, y seguro que de ésta
tampoco. Es más, seguro que no merece ni la categoría de colocar la televisión
de plasma. Porque mientras la gente "normal" tiene un ángel de la guarda, eso dicen, Rajoy tiene un plasma. No se debe de fiar ni de un espíritu, o el espiritu de él, vaya usted a saber.
En este momento solo me viene una frase a la cabeza: Por
vuestros actos os conocerán.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED
No hay comentarios:
Publicar un comentario