¿No te ha dado por pensar
alguna vez que lo que hay entre tú y el cartero es pura atracción? No importa
que vivas en un segundo, o en un tercero, no importa que el botón de tu casa
esté a trasmano, que siempre te aprieta tu ojo a primera hora de la mañana.
Porque no nos engañemos, llamar sobre las nueve de la mañana al timbre de tu casa, solo al tuyo, varias veces,
para que se pare el mundo, es eso, meterte
el dedo en el ojo más que llamar al timbre.
Y si le dices algo por el
telefonillo cuando te pide por favor que le abras la puerta, él te contesta: -Mire,
señora, me pagan para esto, y estoy en mi horario laboral. Si no me quiere
abrir, no lo haga, y vendré mañana. Yo lo que me digan, pero a lo mejor era
algo urgente…
Tú tienes una vez de bajo
impresionante, especialmente si es la primera palabra que dices a alguien para “inaugurar”
el día, pero el cartero tras meterte el dedo en el ojo en forma de llamar al
timbre no repara en el profundo matiz de tu voz y te llama “señora”. No es nada
personal, solo cumple con su trabajo, pero te llama “señora”. Y si tú te
cabreas, eres un maleducado, y tienes un humor del “carallo”, como diría tu
amigo que ha vivido quince años en A Coruña.
La vida está llena de momentos que no son personales
pero que van amoldando tu alma, y la quieren hacer cada vez más pequeña,
pero la culpa siempre es tuya por tomártelo como no debes. El gobierno tiene
que tomar unas medidas que no son bienvenidas pero no le queda más remedio,
debido a la crisis que hay. Y no vamos a recordar de quién es la culpa por
haber vivido por encima de sus posibilidades…
A lo mejor tu mujer te acaba
de dejar, pero no es tampoco nada personal, la culpa en
realidad no era tuya, es de ella. Ha cambiado a lo largo de estos años no en la
misma dirección que lo has hecho tú, ya perdonarás, pero son cosas que pasan.
No ha habido un tercero, pero por casualidades
de la vida, mañana te vas a enterar, que ya está con otro. Pero no es nada personal…
Y tú en cambio tienes la
mala suerte de que te afectan esa cantidad de cosas no personales que como flechas se te van clavando a lo
largo de tu existencia. Y sabes que aunque vives, o sobrevives en Donosti, tú,
precisamente tú, no tienes nada de San Sebastián, el mártir.
Y te acuerdas de la mala
suerte de estar en el paro por un E.R.E. que tampoco era nada personal pero que
dejó a parte del “personal” en el paro. Y tienes que seguir viviendo, aunque de
vez en cuando te sigan metiendo el dedo en el ojo con cosas no personales, y sólo eres tu quien se lo toma de mala manera. Y
además, tienes el mal gusto de recordar cosas injustas que no atañen a los
demás, y que ya incluso hace años que pasaron.
*FOTO: DE LA RED
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