Alguno de mis lectores me ha
solido mandar algún mensaje diciendo que cada vez que hablo de algún anuncio, normalmente es para ponerlo a caldo, o como se diría en latín: de chupa de
dómine. Quizás lo que puede ocurrir realmente, es que siempre destacas algo en lo que te
fijas, porque no te resulta indiferente, y puede ser para bien o para mal.
Hoy sin embargo es algo
diferente. Tengo la sensación de que he pecado, sin querer pero he pecado,
siendo infiel a La Nuri, mi sufrida, pero sin yo quererlo realmente.
He soñado con la chica del
último anuncio de Desigual. Esa joven, demasiados años de diferencia, ya lo sé, que se contonea con movimientos exóticos mecida en la canción "Hundred miles" del grupo catalán Yall.
Y claro está, somos unos egoístas, y por eso en mi sueño lo ha hecho, lo del baile digo, solo para mí.
Como estaba un poco
desasosegado por esa especie de cuernos honoris causa se lo he comentado a La
Nuri, mi sufrida. Me ha mirado a los ojos, y se ha reído mientras decía: -Cariño, mientras
tú vas yo ya he ido y he vuelto.
Al verme cara de confusión
me ha aclarado: -También hay otros anuncios.
Por ejemplo, ese de unos cartuchos de café, con George Clooney, y yo también en
sueños ya he quedado varias veces con él. Incluso, también en sueños, estuve
invitada en su boda, en Venezia.
Casi sin darme cuenta he
cortado su confesión, para decirle: -Cariño, pero si a ti
te da miedo el agua y nunca he conseguido que te montaras ni siquiera en una
lancha cerca del puerto.
-Pues
ya ves- me ha contestado ella con una sonrisa picarona- Clooney, lo consiguió. Por cierto, la boda
fue preciosa. Pero, eso sí, quizás George, como me rogó que le llamara, estaba
demasiado maquillado. En un aparte que hicimos para hablar un poco, se lo dije,
y me contestó que era para las fotos y las grabaciones de imagen que iban a
hacer.
Entre nosotros, todavía
estoy un poco dolido porque no me había enterado de nada. Espero que en uno de
los próximos sueños pueda coger una revista, onírica también, claro, de esas atrasadas, y
comprobar si consigo ver a mi mujer entre los
invitados, o me ha mentido solo por fastidiarme.
La verdad, y quizás por el
despecho que sentía al confesarme ella su sueño, hasta ahora inconfesable, yo
tampoco le he dicho que lo mejor del mío, y del anuncio, es esa mirada final de
ella, la bailarina, atrapándome con aire
de seguridad y promesas absolutas, asegurando con su mirada y sonrisa maliciosa,
que el día que sea suyo me va a hacer de todo menos desgraciado.
¡Donde las dan las toman!
*FOTO: DE LA RED
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