Digamos que no soy de
lágrima fácil pero tampoco de los que opinan esa gran tontería de que
los hombres no lloran. Si hay que embarcarse en ello, que sea con ahínco.
Me imagino que en la vida
normal lloraré, como creo que lo hará la mayoría de la gente, en momentos, cuando
menos, íntimos, como la pérdida de un ser querido. Y, confieso que, por
supuesto, en uno de mis grandes amores, en el cine, también lo había hecho,
aunque hasta hoy había llorado, lo que se dice llorar, llorar, a moco tendido,
tan solo dos veces.
La primera, y que me imagino
lo habrán hecho la mayoría de los cinéfilos, fue al ver esa gran película, una
auténtico homenaje del cine por el cine, como es “Cinema Paradiso”.
Sin querer “desvelar”
nada, intentando no utilizar ese anglicismo horroroso, como es “Spoiler”, diré
que cuando se ven esas imágenes en blanco y negro, de besos escamoteados por
la censura, y las primeras películas rodadas
por el protagonista, y que
ignoraba lo que habían sido de ellas, lo único que se puede hacer es dejarse
llevar por los sentimientos transformados en lágrimas. No desvelaré nada al
decir que esta película es una auténtica joya.
La segunda, y aunque no sea
de tanta calidad cinematográfica como la anterior, está basada en un hecho real, y se titula “Siempre a tu lado, Hachiko”. Interpretada
por un ajustado Richard Gere, que es además uno de sus productores, cuenta en
realidad la vida de un perro y de su extrema fidelidad.
Recuerdo que en el cine, hace
tan solo unos dos o tres años, intenté no llorar, más que nada para que
el espectáculo solo estuviera en la pantalla, pero una vez de comenzar a
llorar, ya me dejé llevar, y el resto de la película la vi como si lo hubiera
hecho desde el fondo de una piscina. Vi imágenes deformadas por las lágrimas.
Pero, al final, sales del cine con una sensación muy parecida a si hubieras
estado en unos baños turcos. Totalmente relajado y con la pérdida de unos
cuantos kilos, de líquidos principalmente.
Y como se suele decir que no
hay dos sin tres, lo de hoy ha sido hace apenas una media hora, y viendo una película
por televisión, concretamente en el
canal AXN WHITE.
La película es “Me llaman
Radio” (en el original “Radio”), y es del 2003. Interpretada en sus principales
papeles por Cuba Gooding Jr., Ed Harris y Debra Winger. Como en la anterior
película, también está basada en un hecho real.
Es la historia de
"Radio", el apodo de un chico solitario y con un cierto retraso, que
patea su pueblo acompañado de un carro de esos de los grandes almacenes, y que
le gusta mucho la radio y a la música. Auto-marginado hasta cierto punto, no
habla con nadie, hasta que un día,
Harold Jones, el entrenador del equipo de fútbol del instituto se hará su amigo,
y poco a poco su vida irá cambiando. Una película rebosante de sentimientos y
valores. No perderse especialmente los minutos finales…
Totalmente recomendable,
aunque no es una obra maestra, seguro
que es más que probable que se te quedará en un rincón de tu corazoncito, y no
la olvidarás, aunque quizás no quieras admitirlo.
Un consejo: si la ves,
procura tener cerca una toalla tamaño sábana, y los ojos, no lo olvides, sin
nada de rímel. Si olvidas esta última recomendación, al finalizar la película
es más que probable que como se dice ahora, parezcas “afroamericano”, como el protagonista.
Me he quedado tan bien, y
relajado, con tanto lloro, que creo que podré seguir soportando la realidad que
nos rodeada. Ha sido, y creo que me entenderéis, como una especie de poner nuestro contador de soportar
desgracias a cero.
*FOTO: DE LA RED
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