Hoy tengo a dos mujeres, rubias,
en mi cabeza todo el día.
Como se entere La Nuri, mi sufrida, voy a tener que
decir eso tan manido de que “no es lo que
parece, cariño”. Son muy diferentes y
muy parecidas a un mismo tiempo; ese mismo factor que las ha querido unir en
cuanto a continuidad, pero en dos fotografías para ellas, tan diferentes,
incluso en su momento de vida y de generación.
Una, Charlotte Caniggia, 22
años, famosa en España desde hace dos o tres días. Desde que se supo que era la
nueva concursante de Gran Hermano Vip. Argentina,
y parece ser que reside en Marbella. Hija
del exjugador de fútbol Claudio Caniggia, compañero de Maradona en la selección de fútbol, y de
Mariana
Nannis, figura muy controvertida, presentadora y “habitante”, también,
de realities y similares, en Argentina y varios países más.
La joven, y es lo que hizo que me fijara en ella, por lo alucinante en el significado de una frase
tan sencilla, y al mismo tiempo tan reveladora, se describe al ir a entrar en el concurso, como de profesión: “participante
en realities”. Ya que lleva varios, como un concurso argentino de bailes, y
en la versión italiana de Supervivientes, "La Isola dei famosi". Al
parecer a Charlotte, en este momento mismo, le pillamos soltera, mañana no se
sabe.
A pesar del ejemplo paterno,
a ella le gustan los futbolistas, pero,
curioso, no el fútbol. Y tiene aficiones tan reveladoras para hacernos una idea
de su filosofía de vida, como ir al gimnasio (no sabemos si allí hace algo, si
lo practica, pero ir, va); las compras, que, según se dice, tiene en su madre
una verdadera maestra, y viajar.
Por la profesión de su
padre, ha vivido en varios países, y habla el español, inglés e italiano a la
perfección. Se define como muy divertida y, según dice, se cuida mucho; ha
pasado varias veces por el quirófano para retocarse el pecho, los labios y la
nariz. Y para finalizar, diremos también
que cuida su alimentación con una dieta vegetariana.
De la otra mujer, en realidad ,
hace falta decir poco. Hablamos de Cristina de Borbón, siempre ha sido “Infantísima de España”, sexta
en la línea de sucesión, y en este mismo
momento hija y hermana de rey, y figura muy incómoda para La Monarquía (así en
mayúsculas) de España.
Más de uno de mis sufridos
lectores, al comprobar que en un mismo texto he juntado a dos mujeres, en
apariencia tan tremendamente diferentes, pensarán que ya este vecino se ha vuelto loco pero sin remisión, sin vuelta atrás. Sin embargo, me explicaré y creo que se me
entenderá perfectamente.
Este vecino del mundo está
tan en shock que ni remotamente se esperaba la noticia del día y, naturalmente,
de lo que llevamos de año. Al enterarse de que la Infanta Cristina seguirá
imputada, ha mirado varias veces a su alrededor por si había sido víctima de
una cámara oculta.
En una España más parecida a
la cueva de Alí Babá, en el mejor o peor de los cuentos, nos encontramos que las tres juezas que llevan
el caso conocido como Noos, han decidido
que la imputación a la hermana del Rey Felipe VI sigue adelante, y no se
acepta la petición de sobreseimiento por la denominada doctrina Botín.
Y, quizás, es aquí mismo
donde veo un parecido, casi de colegas, aunque no quizás entre sus amistades,
pero sí en el ámbito que vive una, y que ha vivido la otra.
Ambas tienen algo en común. Su vida, su manera de verla, huele a machismo por los cuatro costados. Sus vidas, sus paisajes y sus paisanajes han sido diseñados, naturalmente por hombres, y mujeres también, y en ejercicio más que evidente del machismo puro y duro.
Cristina de Borbón, se
pudiera decir que ha vivido toda su vida
en un eterno reality, el de la sangre azul, en el de mandar, y acatar a
su padre primero, y luego a su hermano también. Ha vivido siempre la vida
rodeada de cámaras, desde su nacimiento, con cierto paralelismo también al “Show
de Truman”. Y ahora se rompe una pared
cristal, y su ámbito de vida se contamina con los plebeyos y sus leyes. Y con eso, este vecino del mundo no está echando toda la culpa ahora al Señor Urdangarín, porque ella siempre ha podido decidir.
En
realidad la vida de Cristina ahora es un negativo, hablando de fotografía analógica, del que fue los
primeros años de Charlotte Caniggia. Y no hablamos de una mala vida tampoco, porque
seguro que cuando la Señorita Caniggia nació, en lugar de traer un pan, cuando menos traería un
neceser Dior.
Cristina de Borbón, y ahora
Señora de Urdangarín, es de esas mujeres, que siempre han tenido la necesidad, y
espero que se me entienda, de pertenecer a alguien, porque ya desde niña le
enseñaron a obedecer, primero a su padre. Y luego haría una buena boda. Y,
quizás, ahí es donde se comenzó a torcer todo. Al vivir con los del otro lado
del cristal, y su marido sería uno de ellos, presuntamente se contaminó del
pelotazo. Y su reality ahora se ha venido abajo.
Su mismo abogado, el Señor
Roca i Junyent, tenía esta mañana cara de estar mareado con el giro que había
tomado todo. No era eso lo esperado. Y no sería ahora tan fácil que Cristina
siguiera viviendo en su reality particular.
Quizás son los problemas que
ocurren cuando colocas a una persona, a una mujer en este caso, en un paisaje dibujado y controlado hasta en los mínimos detalles, e inesperadamente hay algo que lo descontrola.
*FOTO: DE LA RED
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