Ahora, ser famoso significa que tienes que pensarte las
cosas doblemente, porque luego al saberse, el público, fans, o hasta el que
pasaba por allí, se pone delante de un ordenador y opina, o insulta directamente, que vaya usted saber.
Esta mañana, Twitter concretamente, ha sido un clamor al
saberse que la presentadora Tania Llasera ha sido madre de un niño al que ha
decidido llamar, se ignora si “sola o en compañía del otro” aunque se asume que
así debe ser, como José Bowie. Y la gente, y gentuza, que de todo hay en la
viña del Señor, normalmente no se pone
delante de un teclado para dar gracias por tan simpática o brillante idea, sino
que, ya puestos, vamos a decirle todo lo que se nos ocurra. Y han sido frases
tan simpáticas como “le pronostico al niño psicólogo hasta los cuarenta”, o el
que se alegra de que no se muriera Chiquitete y consiguientemente, se supone,
le pusiera tal nombre, o quien no quiere darle mucho a la mollera y
directamente le llama “tonta” a la Señora Llasera, porque sí, porque le da la gana.
Digamos, antes de nada, que lo de Tania tiene más de un
pase porque ella aunque es nacida en Bilbao, y los bilbaínos incluso nacen
donde les da la gana, su madre es londinense, y ella misma tiene formación, por
decirlo de alguna manera, multicultural, al estudiar en un colegio americano en
Bilbao, y luego vivir unos años en Gran Bretaña.
Pero, y yo ahora me lo planteo en serio: ¿Qué es mejor
llamar a un niño José Bowie, o directamente Borjamari o el ya famoso Kevin
Costner de Jesús?
Digamos, que con el nombre elegido por Tania, si a su hijo
un día le da por ser artista, ya no le hace falta ponerse un nombre sonoro,
porque directamente su madre ya se encargó de ponerle uno, que no siendo
feo, la gente se queda con él a las primeras de cambio.
Nadie se ha metido con Gwyneth Paltrow que
en su día, y ya han pasado ocho años, quiso llamarle a su hija Apple, que
quizás no suene mal, no lo hace, pero que significa “manzana”, y que por cierto, se supone que a los del imperio de “Apple” no les haría mucha gracia, pero ni la
fruta es suya ni ese nombre tampoco.
Este vecino del mundo siempre ha sido partidario de que
los nombres deben de ser cortos, porque de lo contrario, y a las primeras de cambio, los familiares,
amigos y enemigos lo van a acabar acortando, y tanto José como Bowie tienen dos
silabas, y sale más rápido el decir su nombre verdadero, cualquiera de los dos,
que armarle un diminutivo que siempre será más cursi, y más lento.
Una madre nunca va a querer nada malo para su hijo, y si
Tania Llasera, y su marido, así han
querido llamarle…¡olé por ellos! Además si siempre hay que tener un Norte a
quien parecerse, el Señor Bowie como carta de intenciones no está nada mal, y
si no se conoce al personaje, mejor ahorrarse comentarios.
Lo peor que les puede pasar a los padres, si el hijo,
José Bowie, sigue las tendencias del cantante, es que de vez en cuando, en el
parque y estando con sus amiguitos, durante unos minutos no le encuentren,
porque le ha dado por darse un cambio de imagen, y hasta que den con él y su
nuevo “look”, los segundos les pueden parecer horas.
Hay nombres, y éste, Bowie, puede ser uno de ellos, no solo son una manera de llamar a alguien, sino un claro deseo de que el
poseedor del mismo pueda ser de una manera determinada, una filosofía de vida, un homenaje para siempre, de alguien que seguro significó mucho para el que lo puso.
Toda mi admiración por haber tenido un buen par, de
deseos, y dejar las cosas bien claritas desde el minuto cero.
¡Larga vida a Bowie!
*FOTO: DE LA RED
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