Por razones que no
vienen al caso, este vecino no ha podido estar presente el día de San
Sebastián en donde corresponde, es decir en Donosti, y al llegar
esta mañana, en el día después, sus pocos habitantes visibles,
parecían llevar el cartel de “no funciona”, ya que hoy, aunque
lunes, es fiesta por aquello de llevar a un día laborable la fiesta
celebrada en domingo, .
Más de uno se habrá
pasado toda la mañana intentando recordar cómo acabó ayer,
mientras otros se habrán preguntado el por qué después de haberlo
bebido todo, se puede tener todavía tanta sed.
Con este panorama tan
deprimente, este vecino ha tenido que pasar un trago tan desagradable
como hablar con el comercial correspondiente de su proveedor de
telefonía, para hacer un nuevo contrato del teléfono y de internet,
e intentar acortar los costes. Aunque el citado proveedor lleva
chapela no es ni mucho menos una O.N.G. En realidad, al hablar con
ellos es como jugar una partida de ajedrez, donde ellos ponen el
tablero, las fichas y hacen el primer movimiento, con lo cual ya
tienen media partida ganada.
Lo verdaderamente
diferente esta vez es que junto con la consabida obligatoriedad de
un año, se comprometían a mantener, en un grandísimo y
arriesgado esfuerzo, la misma oferta el segundo y el tercer año. La
verdad es que aparentemente la cálida voz, no confundir para nada
con cándida voz, y por cierto, aunque no suene a politicamente
correcto, sin acento sudamericano, ha quedado fuera de juego cuando
este vecino del mundo le ha dicho que el detalle del segundo y tercer
año sin cambios, no es de nada importante, teniendo en cuenta que
desde su atalaya está convencido de que los precios no pueden ir a
más, teniendo en cuenta el estado actual de la economía en general,
y especialmente de nuestros bolsillos.
En realidad estas
conversaciones se asemejan mucho, como hubieran dicho nuestros
abuelos, a “un puro cortejo”, en el que uno y otro fingen no
estar de acuerdo en las condiciones propuestas para que en un
esfuerzo final de ambos llegar a un acuerdo
Resumiendo, este vecino
va a pagar prácticamente la mitad de lo pagado anteriormente, eso
si, bajando la velocidad de internet. Sin embargo, siempre quedas con la
sensación de que has vuelto a perder parte de tu dignidad.
En
una sociedad donde todo está cambiando, desgraciadamente a peor, de
un día para otro, intentar venderte la moto de la tranquilidad de un
segundo y tercer año sin subir los precios, es como intentar
asegurar que en Japón no va a haber un terremoto en los próximos
treinta y seis meses, especialmente si ya de primeras “la cálida
voz”, te advierte que todo puede cambiar si hubiera una nueva
variación del I.V.A. ¡Vamos! Continuando con la comparación del
cortejo, la novia se compromete a no traer descendencia durante los
tres primeros años... a no ser que se quede embarazada.
*FOTO: DE LA RED