Tengo un teléfono móvil nuevo. De esos que se dicen ahora smartphone, que ya por el mero hecho de denominarlo en inglés, tiene que ser más caro, y es que hasta en los teléfonos hay diferentes clases ya se sabe.
No, porque ya sé lo que estaréis pensando, no me he gastado una millonada. Solo he tenido que fingir una infidelidad, porque en realidad la relación que se establece entre la compañía de telefonía y el consumidor, es una relación matrimonial, de hecho hace unos meses, ya recordareis, escribí una carta de amor, que en realidad era entre mi compañía telefónica, y el sufridor, aquí escribiente.
La Estrella Móvil, que digamos es el nombre de la compañía, adopta el rol del marido y con los años, en este caso once, la citada estrella piensa que nuestro matrimonio está por encima del bien y del mal, y no te valora, haciendo ojitos y proposiciones deshonestas a todo futuro cliente menos a ti.
Un buen día ya harto de presuntas infidelidades entras en el juego, y eres tú el que haces ojitos a otra compañía, y es más, te comprometes con ella. Entonces, al enterarse tu marido, tu Estrella Móvil, comienza a ponerse nervioso, te dice que se va a portar bien, que aunque no te lo creas, te sigue queriendo, pero que ya sabes, con el trabajo que tiene, no tiene tiempo apenas para estar en casa...en fin, que te pregunta lo que el otro te ofrece, y él, con un presunto gran esfuerzo, sube la oferta, y es entonces cuando te ves con un teléfono nuevo y algún descuentillo que otro.
Ésto me ha servido para mucho, incluso puedes ver tu vida desde otra perspectiva.
Ahora todo funciona con iconos, con iconos y con diferentes pantallas. Y en realidad, reduciendo a lo simple, esa es nuestra vida. Somos un icono que conoce a otros iconos, y en algunos casos tienes incluso iconitos con un icono que en su momento te promete que va a compartir las llamadas para toda la vida.
Ahora también, todo funciona en el móvil, en los de gama bastante alta, mediante diferentes pantallas, y la filosofía de todo ésto en realidad te puede servir para tu propia vida.
Todos tenemos diferentes pantallas, la familiar, la de las amistades, en el mejor de los casos incluso la del trabajo para aquellos afortunados. Llegados a este momento, nosotros tenemos que poner orden en nuestro pequeño universo, colocando todos los personajes, los iconos, en las diferentes pantallas de nuestra vida. Ordenándolo todo, e incluso haciendo que el presunto spam, la posible publicidad engañosa, que nos llegue, no perjudique nuestra comunicación con los demás, que a la postre es la razón de todo teléfono, sea móvil o no. Y es que eso de la comunicación es muy, pero que muy complicado.
*FOTO: DE LA RED