Este vecino del mundo todavía se siente convulsionado por lo ocurrido ayer en Bilbao, en Santutxu concretamente.
Nueve y media de la mañana, un joven iraní de 31 años, vaga con la mirada perdida por el centro de este barrio bilbaino, y comienza a discutir con una pareja de jóvenes, propinándoles golpes y empujones. Tras ello, y al grito de “habéis matado a mis padres, lo vais a pagar” alza un cuchillo de diecisiete centímetros de hoja, e intenta malherir a cualquiera que se cruza en su errático camino. Han sido dos minutos de terror, y el resultado un muerto y seis heridos.
Ni que decir tiene de que me ha impactado la noticia, porque entre otras cosas, ayer por la mañana este vecino estaba paseando por el centro de Bilbao, y en realidad no era por algo especial. Es de esos días en que el cuerpo te pide algo y no sabes por qué.
Siempre he tenido claro que si ya he pasado de los cincuenta es entre otras cosas gracias a la generosidad de los que me rodean, porque la lotería no nos va a tocar, pero estar en el lugar incorrecto en el peor momento...
Empiezas a darle vueltas a la cabeza, y no paras. Te levantas una mañana, como los demás días, y resulta que es el día en el que la parca te está esperando, y todas las cosas que tenías que hacer sí o sí ya no se harán. Ni volverás a ver a los tuyos, ni volverán a verte los que te quieren.
Es un viaje sin retorno desde la estación ser al barrio del recuerdo, sólo con billete de ida.
Y estamos en lo de siempre, no hay que dejar los besos que quieres dar, los abrazos que quieres sentir, los consejos que dar para más adelante, porque nunca sabrás cuando la muerte sale a tu encuentro, y entonces tras una presunta brillante luz blanca, existe el no existir, el no sentir, el no recordar, el nunca jamás.
*FOTO: DE LA RED
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