jueves, 17 de noviembre de 2011

CHIVATO, CHIVATO

  Recuerdo que durante mi niñez y juventud lo peor que podías ser en tu pequeño mundo era chivato. La primera vez que oí esa palabra fue de muy niño, en parvulario creo, cuando toda la clase con la profesora al frente, apuntaban a un niño, un niño vestido con una bata azul clara como todos los demás niños, las niñas iban, por supuesto, de rosa, y apuntándole con el dedo índice le decían; -Chivato. Chivatoooo.
No entendía nada, porque eso en cierta manera contravenía la primera regla de mi catecismo familiar: -Decir siempre la verdad. Con el tiempo aprendí que no es lo mismo tener conocimiento de unos hechos, que contarlos. Una cosa es conocer la verdad, y otra restregar al mundo con ella.
Digo todo esto, porque desde hace un tiempo ya, se está alimentando al menos en nuestro país, la cultura del chivatazo. Al final de algún programa de televisión se puede leer un rótulo donde se indica que si alguna persona sabe algo sobre algún famoso, llame al citado programa para decirlo. Se llega al curioso caso de que ahora todo el país es una especie de Gran Hermano, y nosotros nos convertimos en cámaras, vigilando todo lo que ocurre.
Se supone que hasta ahora era el periodista el que tenía que ir en busca de la noticia. Ahora como muchos de ellos participan en programas, tertulias y saraos varios, son sus compañeros jóvenes, becarios, y el pueblo, los que tienen que hacer el trabajo sucio.
Como ahora lo que prima es la exclusiva, en cuanto sale a la luz algo que se supone que puede ser interesante como carnaza, se relaja mucho el proceso de comprobación de los hechos y de las fuentes, por miedo a que el de la empresa de al lado se adelante contando cosas, que en realidad muchas de ellas, invaden el terreno privado, embarazos y cuernos varios, sin pertenecer al mundo del toro quiero decir, e incluso perteneciendo a él.
Además ahora lo importante no es contar lo que ha ocurrido o ha podido ocurrir, sino dar moralina, los mismos periodistas convertidos en contertulios, te hacen ver lo que está bien o lo que no, como si fuera un Barrio Sésamo para adultos. Cualquier día va a salir alguno de ellos, vestido de una gallina caponata cualquiera, diciéndonos a los queridos niños de nuestra edad, la lista de todo aquello que está bien, y de lo que está mal.
Además, y ya para terminar comentaré de que estos periodistas tienen la suerte de que nunca se equivocan, porque en todo caso, al final la culpa es del informante, y es que eso le pasa ...¡por chivato!.

*FOTO: DE LA RED


2 comentarios:

  1. Juana García Echeverría17 de noviembre de 2011, 18:29

    Pues bien que aprendimos esto de que ser chivato es muy feo. Ayer mismo, en la cola del Lidl, tenía detras una mujer joven, bien vestida y alimentada, con un cochecito de niño. Llevaba un pollo en la mano, de esos envasados. En un momento, mientra yo estaba pagando, la mujer había hecho desaparecer el pollo, supongo que metiéndolo junto al niño y salió diciéndole a la cajera que no había comprado nada. Yo me quedé estupefacta ante la caradura de la individua, pero no dije nada, un poco por no organizar un lío y otro por que pensé en las dificultades económicas que está pasando tanta gente, quizás aquella misma chica. Pero no, al salir,(era La Bretxa), la chica estaba tomando su café en la terraza del bar de arriba. Me dieron ganas de decirle que ese pollo que había robado lo tenemos que pagar entre todos, que todas estas fechorías no salen gratis a la ciudadanía. No se lo dije...¿y si era una paranoica y me saca el cuchillo que a lo mejor llevaba con el niño y el pollo? Siempre habrá excusas para poner en práctica aquello que nos inculcaron tan bien en la escuela...

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  2. Buenas noches Juana,
    Tienes toda la razón. A mi una vez me pasó que me crucé con una persona que estaba pidiendo limosna mientras caminaba por la calle. Tras haberme cruzado con él y unos veinte metros después, se paró y sacó un telefono movil y empezó a hablar por él. Es el primer pobre que he visto con telefono.

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