Ayer me contactaron en este blog, y era una petición que no esperaba. Un miembro de una imprenta digital, me ofrecía la impresión gratuita de mi primer libro a condición de que hiciera un comentario positivo sobre los servicios de la citada empresa.
Normalmente intento ver el vaso medio lleno, es decir, intento ser positivo, por lo que me quedo con que me lee más gente de lo que me imagino, y que el blog de este vecino del mundo da sensación de seriedad, dentro de las cargas de profundidad irónicas que me gusta colocar en cada recoveco que encuentro. Con lo cual estoy más que agradecido porque encuentren seriedad en algo que intento que sea ameno pero no banal.
También puedo pensar que puede ser el clásico truco de “señor, llame al siguiente número de teléfono por que le han tocado seis mil euros”, y luego lo que en realidad ocurre, en el mejor de los casos, es que te descuentan esos seis mil euros por comprar algo que a tí te va a costar sesenta mil.
En fin, quiero pensar que es algo serio; lo que ocurre es que yo siempre comento lo que me sale de las entrañas, en eso se puede decir que soy un escritor ventrilocuo, y no conozco esa empresa ni en realidad ese mundillo. Lo de escribir un libro no está descartado, pero ahora estoy especializado en las distancias cortas, y quizás con el tiempo, cogiendo fondo, y seguridad, pueda atreverme, pero ahora está bastante lejos de mi meta, y ya con los años que uno va cumpliendo, quizás dentro de no mucho tiempo, pueda hacer un estudio geriátrico de la influencia de los blogs en la tercera edad visto desde dentro.
Siempre se me ha dado mal mentir, lo máximo que puedo hacer es callarme, y eso si no se fijan en mí porque en mi caso si que es verdad que el alma se refleja en el rostro.
Cuando era joven, ayer, e intentaba ligar, era malísimo, porque no pasaba del estudias o trabajas, en cambio me han dicho que gano en las distancias cortas, cuando no voy con intención de ligar. Quizás eso nos pase a la mayoría, que ganamos cuando somos nosotros mismos, tal vez porque ese papel lo tenemos ya sabido, todos los días y a todas horas, y lo hacemos muy natural. En cambio, en lo de ligar, somos más malos que Sylvester Stallone interpretando un musical rómantico.
*DIBUJO: DE LA RED
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