El destino ya nos ha alcanzado.
Esta mañana he ido a mi panadería de cabecera cuando me encuentro, como ahora, en tierras vizcaínas. Llevaba la contraseña preparada: Dos chapatas de agua, para pasar el control sin problemas, ya que cada día ésto del pan se ha puesto también más complicado, porque antes pedías un pan y te daban la barra de toda la vida. Ahora ya tienes que ir con el modelo que quieres, porque lo demás tienes para una media hora entre dimes y diretes intentando identificar tu pan ideal. ¡Vamos! Más difícil que una doncella buscando a su príncipe azul....
Volviendo al tema, entraba en la panadería cuando dos hombres ya mayores, se supone que clientes, estaban hablando con la dependienta sobre una vecina, también mayor, a la que le habían llevado en ambulancia.
Mientras, la dependienta decía: _La pobre..., es que no se cuida mucho. Es diabetica, y le gustan los pasteles...
Uno de los hombres, en el mismo tono de quien ofrece un cigarrillo, contestó:_Pues el FMI ese, se alegrará con ella, porque parece que ahora los de la tercera edad también les molestamos. Para ellos, ya somos un problema, y en cambio para nuestros hijos la tabla de salvación. Yo que siempre había deseado ser como esos viejos de pueblo que lían su cigarrillo a la sombra, y les da lo mismo tardar tres minutos que tres horas...
Y es que el panorama ha cambiado en tan poco tiempo, que a todos, o a casi todos nos ha pillado con el pie cambiado.
Ya ni los malos son como en las películas. En el cine ves a un hombre mal encarado, con pinta de no haber dormido en tres días, con la cara plagada de cicatrices, y vestido de negro, y ya sabes que es el malo.
En la realidad, te encuentras ahora con figuras como la de Sor María, monja de 87 años, pero acusada de robar en 1982 un bebé en una clínica madrileña.
En la escena, servida por los medios de comunicación, sólo falta la imagen de un albino, o de una señora con las tetas enormes, para pensar que se trata de una escena de una película de Fellini.
Y es que en muy poco tiempo hemos pasado de vivir en plena fiebre del oro, aunque en vez de en pepitas, tenía forma de piso, a vivir prácticamente entre nieblas, y con personajes que son más extraños de los que podías encontrar en el garito de Abierto hasta el amanecer.
*FOTO: DE LA RED