lunes, 2 de abril de 2012

VIDAS DE SERIE B

En lo que más se nota que uno va cumpliendo años, es la sensación de que el mundo gira cada vez más rápido, y aunque parece que acabamos de guardar el árbol de Navidad, en realidad ya hemos entrado en Semana Santa, y pensar en ello, también es recordar mi niñez.
Con el reposo de los recuerdos que dan los años, este vecino del mundo todavía destila una sensación de tristeza. Eran días de radio con música clásica, programación especial en la única cadena de televisión que existía, y
vuelta a ver Molokai y Santa Rosa de Lima.
Siempre recordaré las películas de serie B que aprovechaban a dar esos días en la tele, todas de época, y que tenían en común que en un momento de la historia, aparecía en un segundo plano la crucifixión de Jesucristo, y al que nunca se le veía la cara, como ocurre incluso en Ben-Hur.
Por eso muchos años después cuando apareció la película inglesa La vida de Brian, tuve la sensación de que por fin algo había cambiado para tratar con humor a alguien que había nacido en el portal de al lado en Belén.
A los niños se nos decía que esos días no se podía cantar, y todavía no se había inventado eso de irse de vacaciones. Como mucho, la gente que no era de aquí aprovechaba esos días para ir a su pueblo, si es que no vivía muy lejos, y ver las procesiones de su niñez, porque de lo contrario no merecía la pena moverse.
Este año todavía está por ver la reacción de la gente, si va a seguir llenando aviones sin saber casi a dónde va, por el furor de viajar, o va a preferir mantenerse a la expectativa de no gastarse el dinero que le va quedando para ser un espectador de primera fila del comportamiento de la crisis.
Semana de pasión donde desde fuera se intentará fustigarnos por pecados ajenos, y sin embargo ayer leí en un periódico digital, la noticia en la que se decía que a pesar de los recortes, todavía cada uno de los ministros podía disponer de cinco coches. Y es que aunque todos suframos recortes, no es lo mismo que te recorten de ochocientos euros, a que lo hagan de ocho mil. Y que tengas que vivir con ropa de mercadillo, o que el máximo de tus penas sea que ya no te vas a poder vestir en Loewe.
Está claro que quien más o quien menos va a tener su semana santa, aunque habrá vidas de serie B que verán el lujo muy de lejos, y otras que fustigarán sus pecados con un látigo de oro, y que además es probable que les guste.

*FOTO: DE LA RED
 

2 comentarios:

  1. Tu post de hoy me ha hecho recordar a mí también aquellas lejanas Semanas Santas de la niñez. Todo estaba impregnado de tristeza y además, en mi caso, de aburrimiento. Las procesiones eran lo único divertido, con aquellos muchachos disfrazados de romanos que además, varios de ellos eran primos míos. Era en un pueblo de la Guipúzcoa profunda, donde hoy no saldría una procesión ni con los curas hartos de grifa. Lo demás era silencio total, el sábado de gloria empezaban a repicar las campanas de todas las iglesias y conventos del pueblo y siempre pensaba en la contradicción de lo de "al tercer día resucitó"... si se había muerto el viernes, el sábado solo había pasado un día ¿no? Pues he llegado a esta provecta edad sin aclarar el misterio.
    En fin, luego he viajado en estas fechas y ahora, me vuelvo a quedar en casa, tan ricamente, con internet, canal plus y todas las terrazas de sanse dispuestas a acogerme. ¿Se puede pedir más?

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    1. Si, la misma celebración de Semana Santa ha cambiado muchísimo, aunque ahora es prácticamente una fiesta normal en la que la gente quiere irse de vacaciones como en las otras fiestas, y mucha gente ya no sabrá ni que es lo que se celebra.

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