Está claro que mientras uno cree controlar su cerebro, el subconsciente hace de las suyas. Algo así me ha pasado esta noche, pues he soñado que la familia real, la española, claro, estaba en una fiesta, celebrada en una finca con un gran jardín, disfrazados con ropas en plan “ Memorias de Africa”. No eran muchos los invitados, solo la familia al completo, incluyendo al Marichalar que se ha pasado todo el tiempo hablando con los camareros mientras se suponía que tenía que vigilar a sus hijos que andaban por allí. Por cierto, su hijo se ha pasado todo el rato tirando petardos, hasta que uno le ha explotado en el pie.
El que mejor y más ha disfrutado ha sido el rey, iba disfrazado de explorador, incluido salacot, con pantalones cortos y todo de un color beige sudado, con ropa nueva, pues todavía llevaba alguna etiqueta de Coronel Tapioca.
Como si en una película de Tarzàn se encontrara, Juan Carlos iba al frente de un grupo de porteadores negros, cargados con un montón de material pesado, mientras iban diciendo: _Pachi, pachi, ancagüa (como en toda película de Tarzán que se precie) y él con su campechanía habitual les decía: “Que yo no soy vasco, que no soy Patxi,- mientras se reía- aunque estudié en Donosti, en todo caso, llamadme Juantxo”.
El resto de la familia, como el patriarca, cada uno estaba a lo suyo. Urdangarín,vestido de jugador de balonmano, intentaba “extraviar” todo lo que pillaba del ajuar de la fiesta, y lo escondía detrás de un árbol, a la vez que decía que todo eso vendría bien para una o.n.g. que conocía en las Bahamas; mientras, su mujer y sus hijos iban disfrazados al estilo americano de “barras y estrellas”.
Sofía, por su parte, con cara de aburrida hablaba con su hija Elena, mientras estaban rodeadas de los niños de todas.
En un lado de la fiesta, Felipe, vestido de marinero, intentaba embarcar en un pequeño barco a escala, fondeado en una esquina de la gran piscina, mientras su mujer sentada cerca, al lado de una pequeña mesa plegable, tomaba notas en un ordenador portatil para un futuro libro que iba a escribir.
En un momento dado, empezó a sonar un tango por megafonía, Balada para un loco, y una pareja de bailarines, vestidos de negro, trenzó mil figuras, en el centro de una pequeña pista de baile circular. Al terminar, la bailarina, una pelirroja madurita, se acercó al rey que todavía estaba liado con el grupo de porteadores, y mientras se identificaba como Cristina Fernández, presidenta de Argentina, le enseñó un documento por el que se daba por terminada la fiesta y requisaba todo lo utilizado para la misma, mientras todas las instalaciones se quedaban a oscuras.
La verdad es que en ese momento me he despertado, y no tenía mal cuerpo, porque por una vez a los españoles de a pie no nos había pasado nada, y si mientras nosotros, el pueblo llano, andamos jodidos, y ni la realeza, ni los políticos, dicho sea de paso, no se preocupan por nosotros, tampoco voy a interrumpir mi descanso porque se estropee una fiesta, y mucho menos si es ficticia, que lo que estamos sufriendo, el que más o el que menos, no se arregla con despertarse de un sueño, sino al contrario, al despertarse es cuando empiezan los problemas.
*FOTO: DE LA RED
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