viernes, 11 de noviembre de 2011

ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA

La hostia había sido impresionante. No entendía nada, porque lo último que recordaba era que estaba durmiendo en mi cama y de repente en lo profundo de la noche había aparecido andando por la mitad de una autopista, y no pude hacer nada para evitar que aquel coche blanco me lanzara por los aires. El dolor había sido tan intenso que solo lo sentí un segundo, y luego desapareció junto con todo lo demás.
Al despertarme me sentía muy ligero y al mirarme me encontré vestido con un impresionante traje blanco brillante.
Sabía que tenía que llamar por el móvil a un número que empezaba por 000, aunque no sabía por qué ni para qué.
Tras la segunda señal oí una voz sintética que decía:
- Aquí el cielo. Si ha sido una muerte natural marque el 1. Si ha sido víctima de un accidente marque el 2. Si ha sido por...
Por lo que entendía, marqué el 2. Al instante alguien con un acento inequívocamente sudamericano anunció:
-Aquí centralita del cielo. Le atiende Rosa Laura Rivera, por favor dígame su DNI y su nombre.
Tras comprobar los datos que le había dado me dijo: -La verdad es que no comprendo nada...porque no esperábamos su llamada hasta dentro de mucho tiempo. Espere un momento que voy a consultar...
Mientras esperaba, podía oir el Aleluya de Haendel. Al medio minuto más o menos, volvió la misma voz y me dijo: -Le paso con nuestro departamento comercial.
Tras otro medio minuto del Aleluya, esta vez me atendió una voz con acento inequívocamente andaluz:
- Buena eternidad. Le atiende Curro Perez. Como ya le ha dicho mi compañera, no esperábamos su llamada hasta dentro de muchísimo tiempo. Ahora mismo, aunque ésto es el cielo, aquí también hay mejores y peores épocas, y si en España hubo la célebre burbuja inmobiliaria, ahora poco a poco las repercusiones se están viendo aquí. Al oír ésto no pude por menos que extrañarme y le comenté: -¿Pero gente que ha hecho todo tipo de negocios inmobiliarios está en la gloria también?
-Tenga en cuenta- me dijo Curro- que personas que en su vida terrenal eran muy poderosas, y tenían acceso a grandes cantidades de dinero, a poco que hayan ayudado en algún momento a algunas ONG, ya tenían su parcelita ganada aquí, y en una buena zona.
Y entre empresarios poderosos, personas influyentes de prelaturas varias, políticos de derechas, e incluso extranjeros que de la misma manera que vivían en España sabiendo utilizar todo tipo de ayudas del Gobierno y de la Iglesia, también han ocupado todo lo ocupable del cielo, y ahora hay que habilitar más zonas de gloria, pero aquí también hay crisis y durante un tiempo todo tipo de obras están paradas. Por eso me han dicho que le comunique que como por ahora no puede aparecer por aquí, le haremos un contrato de aprendizaje como ángel de la guarda, y cuando llegue a los sesenta y siete años equivalentes terrenales, entonces sí vendrá con nosotros. Además, lo bueno es que los espíritus no se ponen enfermos, y aquí no tenemos problemas de cobertura médica.
Tras despedirme de Curro, y como ya no tenía prisa para nada, pues tenía todo el tiempo del mundo anterior y del celestial, me quedé esperando mi primera misión como ángel de la guarda con contrato en prácticas. Otra vez, y muy poco a poco, empezaba a sonar el Aleluya de Haendel.
Al final no había tanta diferencia entre el cielo y la tierra.

*FOTO: DE LA RED

2 comentarios:

  1. Juana García Echeverría13 de noviembre de 2011, 10:20

    Genial, Patxipe, me ha encantado. Salvando las distancias, he tenido hace muy pocos días una experiencia parecida. Ante un desmayo alarmante en casa, llamo al Centro de salud y tengo una surrealista conversación con una máquina que empezando por la consabida elección de idioma, me exaspera perdiendo segundos vitales y aún peor, sigue dándome a elegir varios motivos de llamada desde petición de medicamentos hasta el ofrecimiento de una consulta a las ocho de la mañana del próximo jueves, entre otras inutilidades para la ocasión. A estas alturas el desmayado estaba mucho mejor, con lo que acudimos personalmente al centro de salud, donde nos atendieron estupendamente.
    Menos mal que no era el cielo.

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  2. Un futuro donde solo encontrarán trabajo las máquinas y para protestar tendrás que teclear y teclear números. Una historia en negro.

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