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miércoles, 28 de febrero de 2018

¿ESPAÑA CAPITAL BRAGA?



En el fondo somos como niños.

Nos salimos de la rutina, por ejemplo, nieva, y en abundancia, como hoy ocurre, y nos sentimos como  niños con zapatos nuevos. Hoy hasta el gobierno puede parecer mejor, e incluso el Señor Rajoy, en un momento dado, entre bolazo y bolazo, en la calle y con la gente menuda, nos puede parecer que tiene incluso cara de inteligente, y en las bodas en las que es invitado hasta es el más gracioso y bailongo del lugar.

Por cierto, para el gobierno central también es como si hubiera nevado, y el resto de los políticos (Ciudadanos, Psoe, Podemos)  se les han posicionado en contra, y les dan bolazo va, y bolazo viene, con el sueldo de nuestros cuerpos policiales y Guardia Civil intentado equiparar sus nóminas a las de los cuerpos autonómicos, por aquello de no ser menos.

Y nuestros jubilados, también, más cabreados que una mona con el euro que les han subido de media, incluso por la tele a uno de ellos se le pudo ver, en alguna manifestación, literalmente en bragas.

Es una pena que sean ellos, nuestros jubilados, aquellos sobrevivientes de todos los logros sociales de los años sesenta y setenta, quienes todavía se tengan que batir el cobre, porque los jóvenes de ahora deben de haber nacido con horchata por sangre.

Somos un país sin ley ni orden. Cada uno va a lo suyo, como los de “El hormiguero”, este lunes pasado, que terminando sus programas habitualmente a las once menos veinte, eran las once y veinticinco, y como estaban presentes Amaia y Alfred, nuestros representantes en Eurovisión de este año, y provenientes de O.T. 2017, parece que tenían vía libre, para romper todo tipo de “shares”.

Y es que mientras en Gran Bretaña, en terrenos de cultura, se lleva el “To be or not to be”, el “Ser o no ser”, nosotros nos conformamos con el “Share o no share”. Y normalmente, de puertas para fuera, en lo que viene siendo Europa mismo, “shomos” bien poco, aunque vayamos a poner, en cualquier momento, "de Guindos" al pastel.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 4 de diciembre de 2017

EL ASCUA Y SU CONTORNO



La mayoría de las veces no ocurren las cosas como las tienes planeadas, quizás por eso nos pasamos la mitad de la vida improvisando, intentando arrimar el ascua a nuestra sardina o a lo que queda de ella. Y las Navidades precisamente son, la mayoría de las veces, una muestra muy elocuente, un buen ejemplo, de lo que veías en ellas en tu infancia, y lo que ahora significan para ti. Lo que vendría ser el equivalente a tu sueldo pasado por Hacienda, que se queda en nada.

Quizás la vida es una tragicomedia y depende siempre hacia dónde pones el foco y enfatizas. Estos días también, son un ejemplo. Nieves en el País Vasco al menos, y conviene no agobiarse, no ver la parte negativa, sino el manto de belleza con el que muchos paisajes se han despertado.

Pronto comenzarán los informativos con esas noticias que ya están preparadas y que hacen que la mitad, sino más del “Telediario”, ya esté pre-programado. Las mejores marcas en deportes, los peores accidentes, los famosos que este año nos han dejado...

Sinceramente, este vecino del mundo con el empacho de todo que ya lleva dentro, y especialmente político, y que se imagina que es como el del común de los mortales, en este año terrible, quizás solo necesite una sonrisa cómplice de sus personas amadas, y una lenta caricia de comprensión.

Ya el ascua y las sardinas intentaremos arrimar en otro momento. Ahora son tiempos de estar con los tuyos, y especialmente sentir que lo son.
Deben de primar las personas, y no la acumulación de cosas.

Siempre me han encantado esas fotos invernales, llenas de niebla, en las que más que ver el paisaje, se intuye, hace falta incluso un acto de fe, pero sabes que está ahí. Lo mismo ocurre con los tuyos, con tu familia, con tus amigos. En las nieblas de los problemas, en el frío de la soledad, en cualquier momento aparecerán, y si no tú mismo debes de encargarte de llamar a su puerta.


Hay llamadas que en sí mismas son un acto de amor. Hagámoslo.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 20 de enero de 2017

LA SALIDA DEL BLANCO PERFECTO...


Estos días, así, tan fríos del grajo y del carajo, tan blancos como si fuera la nada, la hoja en blanco sin escribir, nos puede hacer comprender, quizás, ese carácter tan helado, serio, de frases como escritas en mármol, de los nativos nórdicos. O mirándolo de otra manera, qué hubiera sido de nosotros, de nuestras fiestas, de nuestras ganas de cachondeo, de esa “penúltima” de nuestras juergas improvisadas, si para las tres de muchas tardes, el paisaje que te rodeara fuera la noche más absoluta en la que se dejara adivinar el manto blanco de la nieve de cada día.

En un ambiente gélido no hay sitio para la calidez de las relaciones, para pensamientos húmedos que se congelan con la realidad,  y sólo caben argumentos y problemas a lo Ingmar Bergman, personas ajadas al estilo Max von Sydow en ropa interior corriendo por la nieve, como en “El visitante nocturno”.

Ni esa gente presuntamente guapa que nos sirve de ejemplo, de zanahoria para nuestro burro comportamiento, y que hoy son diseñadores de joyas, y mañana se confiesan a escritores de manos negras, para firmar su autobiografía de vidas que ya todo el mundo conoce por haber vivido, o sobrevivido más bien, de relaciones siempre aireadas a los cuatro vientos, o mejor dicho a las cuatro revistas de papel couché.


¿Alguien se imagina a la Esteban que vino del hielo, en lugar de que éste, el hielo, sólo forme parte de su bebida? O a la Duquesita, ¿yendo a sus aposentos sin perder la virginidad de su zapato?
Porque no nos engañemos,  los pingüinos de Mary Poppins eran dibujos animados, y ella, siempre me pareció que más que ordenar los armarios de los niños, era más de vivir en ellos…

A este vecino del mundo nunca le ha extrañado que los habitantes de paisajes blancos sean más propensos al suicidio, por tanta invitación a autoanalizarse, en lugares donde el azul del horizonte no existe, y el blanco, oculta más que impide,  el distinguir las distancias personales.

Por favor, que alguien le indique a este vecino del mundo, la salida del blanco perfecto, porque uno es más de colores calientes, especialmente de marrones que le caen un día sí y el otro también, y que le  impiden autoanalizarse, porque para decirle cómo es ya tiene a la bruja del tercero.


*FOTO: DE LA RED

viernes, 6 de febrero de 2015

EL ELEMENTO BLANCO COMO GRAN ZANAHORIA


Quizás estos días llenos de estampas blancas y frías, hemos podido disfrutar, el que haya podido, de bellos paisajes, estampas navideñas sacadas de época, en las que lo único que fallaba, para que todo fuera perfecto, éramos nosotros.
¿No estamos acostumbrados a la nieve?
Eso me he estado preguntando estos días, y en realidad no estamos acostumbrados a nada, y a todo. La vida es como un gran ascensor, en el que al montarnos hablamos del tiempo para evitar hablar de nosotros a ese vecino que nunca nos ha hecho nada, pero que diríamos que tiene cara de imbécil, si en realidad supiéramos qué cara tiene un imbécil, y si los imbéciles tienen una cara logotipo, marca de agua o lo que fuera.
Este vecino del mundo nunca ha visto a un animal, a un perro por ejemplo, que al salir a la calle, ya sabemos que no hablan, pero por gestos, o actitud, se queje  de que hay nieve, de que hay agua, de que hay sol, o de que no hay nada.
En esta época del año, invierno, es NORMAL, que haga mal tiempo, si mal tiempo es que nieve. Gran parte de los medios de comunicación pasan mucho tiempo hablando de ese elemento blanco, parece que se ha instaurado una especie de primera división de campeonato nacional de nieve, y competimos entre provincias haber dónde ha nevado más.
En cualquier momento algún presidente autonómico va a pedir al Señor Mariano Rajoy, Presidente de este garito llamado España, igualdad o paridad con respeto a la nieve, alegando que es un bien, o un problema, o lo que sea, común, y que hay que repartir ENTRE TODOS, que ellos se sienten maltratados con este reparto, porque así salen menos en los medios de comunicación, y así vende menos su autonomía, que no olvidemos, al final es de lo que él vive, y muy bien por cierto.
Y es que, mientras nos quejamos de una cosa no podemos quejarnos de otra, y a alguno le vendrá bien.
¿No os parece que la nieve puede ser una especie de gran zanahoria para que todos vayamos mirando para adelante, y no miremos para los lados, que es donde quizás se corte el bacalao, o las grandes ideas, o la chispa de la vida, o vaya a saber usted qué?
¿Qué hoy estoy un poquito bastante susceptible? Es posible, pero últimamente se establecen protocolos de grandes catástrofes para cualquier cosa. No hay un día normal. Estamos, o en alerta amarilla, o en alerta roja, pero siempre hay algo. ¿Nieva? Y ya te están recordando llevar una manta en el coche, con batería de repuesto para el teléfono móvil. 
Echo de menos, siempre he echado de menos, que no recuerden al montarse en el coche llevar el testamento actualizado en la chaqueta de uno, junto con el carnet de identidad. Así la policía perderá poco tiempo en contactar con la familia del finado.
¡Veamos! Si hace cinco años, en la nevada de hace cinco años, un conductor, el Señor X, metió, avisado por los medios de comunicación, una manta en el coche, normalmente la manta seguirá allí, en el coche, junto con la rueda de repuesto que seguro que no sabe cambiar, y que para eso no hay campaña de concienciación.
Mi vecina Mari Pili, la del segundo B, cada vez que salimos a la calle estos días, debe de creer que estamos en Siberia, y nos despide hasta con lágrimas en los ojos y nos hace recordar si llevamos de todo. Ayer le dije, eso sí, de buenas maneras, que llevaba comida hasta para los seis perros del trineo, y le pareció normal mi contestación, tan metida en su papel de salvadora de cuerpos.
Lo dicho, que mientras hablamos de la nieve, no hablamos de la Nieves, o de Pablo, o de Luis, o de Yolanda, a la que le gustan los hombres una barbaridad, pero a la que desgraciadamente no le gustamos nosotros.
Y, recordad, dentro de poco hablaremos del polen y de las enfermedades asociadas, y alguna otra alerta caerá, para recordarnos que siempre hay alguien que vela por nosotros, ya que nosotros vamos como locos, y si vivimos un solo día más, seguro que es por ellos, por esos estamentos que siempre están ahí, en la sombra, en este caso de la nieve, porque nosotros nunca, nunca, hemos sabido cuidarnos solos, y ellos actúan de hermano mayor.
Además, y ya para terminar, lo voy a confesar, la última vez que se preocuparon por mí...me robaron la cartera. Solo llevaba facturas, pero me la robaron. Y eso, lo juro, no va a volver a pasar.

*FOTO: DE LA RED