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miércoles, 14 de agosto de 2013

FIEBRE VERANIEGA (II)

Siguiendo con nuestros comentarios sobre las costumbres y antojos que nos entran en verano, a modo de fiebre incontrolable que hay que pasar sí o sí, hoy nos vamos a ceñir a la playa, que es todo un mundo en sí.
En primer lugar, en esta época del año, vacaciones, y en Agosto, llegar a la orilla ya es una odisea, y una pletórica demostración de equilibrio y coordinación de las extremidades para no pisar o caerse encima de alguien, con la previsible posibilidad de demanda por agresión sexual debido a las posturas que adoptan la mayoría de los bañistas para ser poseídos por el llamado astro rey.
El otro día soñé, y puede ser premonitorio, que me perdía dentro de la playa, y que ni podía llegar a la orilla para bañarme, ni salir de ella. Lo inquietante fue que encontré personas que ya habían nacido allí, toda su vida era un verano. Pero lo peor fue, sin embargo, encontrar esqueletos en posición de arrastrarse por la arena intentando encontrar la salida.
De todas las maneras, la gente en general que va a la playa, está claramente empeñada en dificultar la llegada de los demás al agua, sin mencionar a los locos invasores con sillas y sombrillas de las ocho de la mañana, no dejando resquicio por el que colarse, incluso las caras que te ponen cuando vas a pasar, son intimidatorias. Alguno ya me tiene dicho que no pase por su lado, y con toda la seriedad del mundo le pedí los documentos de propiedad del terreno. No me dijo nada, pero como en uno de los antiguos tebeos, me lo imaginé preguntándose por mi familia, y es que no podía “acordarse de mi madre” por no habérsela presentado con anterioridad.
En realidad, aunque de un año a otro, la fotografía de una misma playa pudiera no variar, al pensar eso estamos cometiendo un gran error, porque el mundo de la moda hace muchísimos años que también llegó a las costas.
Este año por ejemplo está causando furor entre las jóvenes y no tan jóvenes, un bikini que como piensa este vecino del mundo puede ser un claro homenaje al modelito de la cantante Salomé durante su actuación en Eurovisión 1969, resultando ser a posteriori una de los cuatro ganadores de aquella edición, o a nuestra recordada Sara Montiel por su papel de india en Yuma. La “originalidad” del citado modelito estriba en una serie de flecos que cuelgan por toda la superficie del top, y que hace las delicias del observador al notar como se mueven al unísono, con cada leve movimiento de la propietaria.
Mención especial merecen entre los “habitantes” de la playa, los deportistas sobrevenidos, que son aquellos que en todo el año no realizan ningún deporte, y en el lugar donde hay más gente, y es más incómodo para todos, les entra una irreprimible necesidad de jugar con un balón o con una pelota, y consiguientemente de molestar a todo ser viviente. Ésto sería el equivalente a aquellos que les entra ganas de practicar el sexo solo en los probadores de los grandes almacenes, rápido y en condiciones incómodas.
Estos deportistas solamente veraniegos, como pierden la pelota, o el balón, cada dos por tres, dando el incansable coñazo para que se lo recojas, y se lo mandes, este vecino del mundo hace mucho tiempo que tomó la decisión de no hacer ningún movimiento demás, y cuando le increpan por su desidia, tiene clara su respuesta: -Aquí, los que habéis venido a hacer deporte, sois vosotros.
Por otra parte, y mirando la playa desde fuera, resulta muy gracioso contemplar a aquellos que parece que se presentan voluntarios a ser quemados por el sol, y aparentando dar un paso hacia adelante, como todo voluntario que se precie, se alejan un poco de los demás, todo lo que la muchedumbre permite, y se ponen de pie enfrentándose en un duelo a muerte con el astro rey.
El mundo que rodea a la playa es como las buenas películas, cada vez que se vuelve a ver, se degustan nuevas actitudes e intenciones, que en visionados anteriores habían pasado desapercibidas.

*FOTOS: DE LA RED

martes, 6 de agosto de 2013

FIEBRE VERANIEGA (I)

Como si en una opinión de fin de siglo, pero no del XX, sino del XIX, diríamos que el verano, y concretamente vacaciones, es una época en la que se relajan las costumbres, y hacemos cosas, tenemos conductas, que no son de recibo el resto del año.
Mientras estamos todo el año intentando vestirnos, al menos para pasar desapercibidos, y en el mejor de los casos para marcar tendencias, el único objetivo que buscamos en vacaciones es, como se diría en mi pueblo, no dar ni clavo, y en nuestra vestimenta eso se reduce a ponernos la menor cantidad de ropa posible, y en la que el gusto, en la poca ropa que queda, hace mucho que se fue, si es que alguna vez estuvo.
A los hombres nos da por ponernos viseras y sombreros que nunca entendieron de reglas de moda, y que el único requisito para ponernoslo es que es barato, o que nos lo compramos en un baratillo, y por eso pensamos también que es barato.
Mención aparte merece aquel listo, porque ellas normalmente no caen en ésto, para el que ir cómodo, significa ponerse ropa varias tallas más grande, para que no roce al andar, en la cantidad de paseos previstos, y que al final se van anulando por escusas varias, aunque realmente sabemos que lo único que ocurre, es que no le apetece moverse. Y además, aprovecha para recopilar sobre su cuerpo, todo tipo de prendas que le han regalado como promoción en los lugares en que acostumbra a entrar el resto del año, y que normalmente, no son museos, como no sea el de la vid, y se traducen en camisetas, chandal, calentadores, cintas para la frente, con los nombres de su bebida favorita. Es una pena que esos bares de lucecitas, que normalmente están a las afueras de los pueblos, no se decidan todavía a promocionarse con camisetas, o similares, con el logotipo de su empresa, porque entonces ya tendríamos sobre el cuerpo del atolondrado, y en el fondo inocente hasta decir basta, la radiografía de sus vicios y pecados, que serán paseados durante todo el verano para escarnio propio, sin además darse cuenta de ello. Cuanta razón tiene ese dicho de que en el pecado está la penitencia.
Pero la fiebre veraniega también se extiende a nuestro nido de esos días.
Si se alquila un piso durante una o dos semanas, enseguida se vuelve un lugar donde todo gira en bañarse y en ponerse moreno, aprovechando los rayos del sol las veinticuatro horas del día.
Hay comunidades de vecinos, en lugares de veraneo, que se transforman, con respecto al resto del año, como el día y la noche, y los balcones y terrazas se convierten en verdaderos museos al mal gusto, y en el que “estar cómodos” se traduce en todo tipo de artilugios, presuntamente veraniegos, reunidos en unos cinco metros cuadrados, y que si tienes un niño pequeño, y está llorando, tardas unos diez minutos en encontrarlo detrás de un salvavidas varias tallas más grande que el niño en cuestión, para que le sirva, cuando menos, los próximos tres años.
También es de comentar la fiebre romántico-trascendental que nos entra en las noches de verano, y que queremos organizar cenas a la luz de la vela en los cinco metros cuadrados de terraza que tenemos, para poder observar las estrellas, y lo único que conseguimos es ver al vecino de enfrente, durante una ceremonia similar. Y para que no se diga que este vecino solo critica a los demás, confesaré que este deseo de cena con velas en terraza solitaria, se creó en mi mente, como consecuencia de mi amor por el cine, y tras ver aquella espléndida película que fue “La chica del adiós”
Como se me han quedado muchas cosas en el tintero, amenazo con volver, ya que el verano recalca, quizás más que las otras estaciones, nuestros defectos y virtudes, aunque más de una vez, estas últimas solo queden en una leyenda urbana.

*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA

lunes, 15 de julio de 2013

CON EL NOMBRE POR DELANTE

Ya se sabe que antes de irse de vacaciones, hay que hacer ciertas cosas para dejar la misma casa, por ejemplo, en su punto. Lo mismo que cuando se va a usar el coche para un largo viaje hay que hacerle una revisión exhaustiva, cuando se va para un cierto tiempo a otro lugar de vacaciones hay que dejar todo en un cierto orden. Y por eso, esta mañana he ido a la caja de ahorros para cerciorarme de que en las cuentas donde me pasan los pagos hay dinero suficiente para esos días, y sin proponermelo he recibido una esclarecedora explicación de cómo funciona un negocio de ese tipo.
Vaya por delante que este vecino del mundo, no va a descubrir América con esta explicación, sino a añadir cierta ironía y sentido del humor que especialmente le falta al tema bancario.
He entrado sobe las doce menos algo en la entidad bancaria, que por cierto estaba más vacía que los bolsillos de la mayoría de las españoles, y tras esperar a que salieran en pantalla los dos números anteriores al mío, me he levantado y dirigiéndome a la ventanilla correspondiente he dado orden de meter cierta cantidad de dinero en dos cartillas que he sacado al efecto.
En ningún momento se me ha solicitado ninguna acreditación, ni documento nacional de identidad, sin embargo, el problema por llamarlo de alguna manera ha venido cuando les he pedido la tarjeta para hacer compras con seguridad en internet. Entonces, se me ha requerido el DNI, y por casualidades de la vida, me lo había dejado olvidado en casa, por lo que he tenido que volver otra vez, y ésta con el carnet de marras.
Tras enseñar el documento, y cuando se estaba atendiendo mi solicitud, he recordado lo esclarecedor que ha sido lo ocurrido, y con una sonrisa en la boca les he recordado lleno de ironía que para ingresar dinero no se me ha requerido que me identificara, en cambio para todo lo demás sí.
El representante del banco que me estaba atendiendo, y sin disimular lo mal que le estaba sentando la situación, me ha recordado elevando la voz y colocándola más alta de lo normal, que para imposiciones de más de tres mil euros, también es necesario identificación.
-Es curioso. - le he comentado, con un tono muy suave y casi cándido – Pues ahora sí que no lo entiendo, porque cuando ha hecho falta reponer esa millonada a los bancos por su mala gestión, dudo que se haya pedido los nombres de todos los españolitos de a pie, aunque quizás no ha hecho falta porque hemos sido TODOS.
Dicho lo anterior, he recogido mis papeles y muy dignamente he abandonado el local, mientras tenía la sensación de que una chispa de fuego,  saltada de la mala leche del que me había atendido, comenzaba a prender en todas las instalaciones.

*FOTO: DE LA RED



sábado, 22 de junio de 2013

EL PLANETA JUBILADO

Lo mismo que cuando a una persona le empiezan a hacer muchos homenajes, puede llegar a pensar que es porque le quedan cinco minutos de vida, también da que pensar esa fiebre de ciertos fabricantes por promocionar sus productos con anuncios en forma de homenaje, y esta vez es uno dedicado a la tercera edad.
Vaya por delante de que el anuncio que ha lanzado estos días una compañía alimentaria, la misma que hizo otros dos con la mayoría de los humoristas españoles, es profesionalmente perfecto, e incluso entrañable, pero engañoso.
Durante las diferentes escenas cuidadosamente retratadas se nos presenta a unas personas totalmente desenfadadas y cuya única preocupación es el disfrutar al máximo de su vida, lo cual a este vecino del mundo le parece muy bien, faltaría más. Lo que ocurre es que si existe la idea del homenaje intrínseco en el anuncio, también se merecen algunas escenas los famosos yayo-flautas, porque los abuelos del anuncio solo luchan por obtener la mejor habitación del hotel.
De refilón se habla de los nietos, pero no se menciona a esos abuelos que son una especie de “comodín” para todo problema, incluso ya para utilizar su sueldo en pagar los gastos del resto de la familia.
Da una sensación durante el visado del citado anuncio, de que los jubilados viven en una nube, o en un planeta dulce solo para ellos, y desgraciadamente, especialmente en estos últimos años, no es así.
¿Dónde están esas personas mayores esperando anhelantes el final de mes para volver a coger un poco de aire en forma de unos cuantos euros para poder seguir respirando?
Es un anuncio con mucho truco y poca verdad.
No será este vecino el que mande censurar esta publicidad, ni ninguna otra, porque no me gusta la censura para nada, pero lo mismo que siempre que se lanza un producto de este tipo al mercado, siempre hay alguna asociación de algo, que se queja, no me extrañaría que alguna asociación de pasteleros, por ejemplo, se queje por haber edulcorado al máximo un producto que debería de haberse cuidado más para digestiones problemáticas, y no lanzar luces de neón en un paisaje en el que tristemente ahora domina el gris, con el fin de “cegar” la realidad, y ese no es el camino.
Si la idea era hacer un homenaje a la tercera edad, hay que ser realistas, porque lo mismo que en el caso de querer haber rodado el cuento de Caperucita Roja, hubiera sido imperdonable el olvidarse del “lobo”, en este caso es imperdonable el no homenajear a todo ese colectivo que está sufriendo por el recorte de sus pensiones y para el que llegar a final de mes es como atravesar un desierto de incomprensión. O, siendo crueles, ¿es que ellos no pueden llegar a comprar esos productos?


*ANUNCIO: DE LA RED