Esta noche ha tenido lugar la entrega de aquel denominado en sus orígenes tío Oscar. Como se esperaba, una película digamos que medio muda, “The artist”, porque banda sonora, musicalmente hablando tiene y buena, se ha llevado cinco estatuillas. Lo curioso del caso es que el jurado se ha debatido entre regresar a sus orígenes, pues en realidad esta película es un homenaje a aquel comienzo de su industria, y, por otro lado, un reconocimiento a la última tecnología simbolizada por “La invención de Hugo”, el último Scorsese, y derroche tecnológico.
En realidad esta época convulsa que también ha envuelto al cine, se puede simbolizar en el hecho de que el mismo recinto que alberga el evento ha perdido su nombre The Kodak Theatre, aunque físicamente no se lo hayan quitado todavía, porque la empresa que le daba nombre está en suspensión de pagos.
¡Cómo cambian los tiempos! Si hace unos años declaras en público que esa empresa se iba al garete, te hubieran internado por problemas mentales, e incluso elementales, porque estaba claro que aquel negocio era un valor seguro. Y es que en realidad acabamos de llegar al quid de la cuestión, o lo que en mi pueblo viene siendo la madre del cordero: “valor seguro”
En este momento estamos aprendiendo todos que seguro ya no es nada, y menos el trabajo, bueno, en realidad trabajo hay y habrá siempre. Otra cosa es cuánto están dispuesto a pagarte, si lo están, y en qué condiciones.
Y, por otra parte, están los valores, aquel vestirse por los pies, y la importancia de la palabra dada.
Ahora ya no importa el cómo te hayas vestido, porque solo cuenta la apariencia y lo rápido que lo hayas hecho.
En cuanto a la palabra dada, ya de nada sirve darse la mano, sino que todo se ciñe a los contratos y a la letra pequeña, y a la letra pequeña de la letra pequeña.
Este vecino del mundo siempre ha pensado, como el poeta, que la vida es teatro, pero últimamente es más de la opinión de que es una partida de ajedrez, con la variante de que las piezas y el tablero no te pertenecen, y las normas pueden ir cambiando a medida que se vaya desarrollando la partida y la necesidad que tenga el propietario del tablero. Además, hay que tener mucho cuidado, porque si alguna vez rompes el tablero o alguna de las piezas, las pagas tú. Siempre pagas tú, y cuando más tardes en pagarlo, más deberás. Y es que en nuestros días, ese es el único sentido que tiene la palabra “deber”.
*FOTO: DE LA RED