Siempre
he admirado a los coleccionistas; a aquellas personas que son capaces
de remover Roma con Santiago para obtener su objeto de culto.
En realidad, no importa lo que cueste si es que pueden disponer de la
necesaria cantidad para con seguir lo que quieren, y luego me los
imagino el resto del día en la habitación a obscuras y con solo un
foco de luz alumbrando a su última adquisición mientras dos
lágrimas surcan su cara.
Por
la manera de ser de este vecino del mundo, nunca podría ser
coleccionista, porque una cualidad intrínseca es la tenacidad, y
ser una especie de corredor de fondo, porque aunque cada vez tengas
más objetos coleccionados, en teoría siempre aparecerán más
objetos sujetos a poder entrar en tu lista.
Este
vecino necesitaría terminar las colecciones en muy poco tiempo sino
andaría mal de los nervios. Lo mismo le pasa con los libros, y con
esa moda que hay que parece que las editoriales pagan las historias
por peso y hay libros que ya solo con su presencia están haciendo
apología de la esclavitud, pues parece que te están incitando a que
contrates a unos cuantos sin papeles para que te lleven el libro, y
luego lo sostengan mientras intentas abstraerte del grosor del tomo
mediante su lectura.
Últimamente
los coleccionistas que más destacan son los de dinero y poder. Ëstos no se meten en la habitación para adorar a los objetos
de su colección, como comentábamos anteriormente, sino que ellos
directamente ya viven en penumbra, aunque “penumbra” muy bien
pudiera ser un país, de sombras y confusiones, cuyas leyes, debido
precisamente a la falta de claridad son poco conocidas, o más bien
improvisadas en cada momento. Hoy se lleva mucho el coleccionista de
estafas, el de caras duras, el de sueldos más que el de trabajos, el
que se apunta a todos los éxitos y a ningún fracaso.
Quizás
por eso se podría decir que si este vecino del mundo es
coleccionista de algo, lo es de imágenes y recuerdos, que ocupan
poco en el hardware de nuestro corazón, y en realidad lo son todo,
el principio y el final. Además, nunca vas a saber cuando vas a
terminar la colección, porque no te va a dar tiempo de encuadernar
el tomo de tu vida, que siempre deseas que sea lo más grande
posible, aunque tengas que llamar a los sin papeles de antes, ya que
este caso es diferente, porque es nuestro caso, y no el de los demás.
*FOTO: DE LA RED