martes, 2 de octubre de 2012

LA SEÑORA QUE SABÍA NO COMPRAR

Está claro que el intentar mantenerse joven, o al menos ir envejeciendo lo más paulatinamente posible, está en nosotros, pero no solo en lo que a alimentos del cuerpo se refiere, sino del espíritu también. Y una parte importante de este alimento es las ganas de mantenerse bien informado.
Hace unos minutos estaba acompañado por mi amiga del alma, la radio, escuchando los distintos métodos que se pueden emplear tanto desde el punto de vista del que vende, para vender más, como del que compra para intentar comprar menos, y la verdad es que uno aprende siempre.
Cuando era estudiante, ya recibí algunas clases de “trucos” utilizados en los supermercados para vender. Es sabido de la importancia de la colocación de los diferentes productos en las estanterías, y una regla importantísima es que lo que más se quiere vender se pone siempre a la altura de los ojos, para que lo veas más fácilmente.
También es muy curiosa la manipulación que sufrimos en todos los supermercados para que lo recorramos en su totalidad. Y en realidad es muy sencillo, tanto como repartir en las diferentes áreas los productos de primera necesidad. Nunca están todos juntos, sino mezclados con productos que muy pocas veces quieres, y que origina que te vayas desplazando por los diferentes departamentos.
Sin embargo, este vecino, que más que nada por los años ya se considera “perro viejo” se ha sorprendido con un truco que no se había dado cuenta pero que después de explicárselo, es más que evidente. Los carros de los supermercados cada vez son más grandes, y no para que te quepan cada vez más cosas, que también, sino para que tengas la sensación de que no has comprado tanto.
Alguna vez, he comentado con la cajera de turno eso de que, no me había dado cuenta de que había comprado tanto. Ella, la cajera, callada como el ayudante de un mago, para no desvelar el truco. Sin embargo, ya lo sabemos ahora, el tamaño del carro es la explicación.
Por el lado del comprador ha sido muy curiosa la intervención de una señora, que ha comentado que hace una lista de compra, y las cosas que no son de primera necesidad las deja paradas, hasta que tres o cuatro días después ya se ha auto-convencido de que en realidad no eran necesarias, porque ha sobrevivido sin ellas.
Lo más curioso del caso de esta señora ha sido la utilización que hace de sus hijos, de los varones, como ha dicho ella, para llevarlos al “super”, porque se aburren enseguida y le apremian para irse cuanto antes.
Hace tiempo que aprendí que hay muchas cosas que hay que desaprender, en especial de usos y costumbres que a la larga son, en cierta forma, nocivos para nosotros. Por eso, ahora con la crisis, cuanta más información recibamos para gastar menos, por ejemplo, mejor que mejor.

*DIBUJO: DE LA RED

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