miércoles, 24 de octubre de 2012

PEQUEÑOS GRANDES INVENTOS


Hace unos días se han sabido los Premios Nobel de este año, y entre ellos el celebérrimo Nobel de la paz. Sin embargo, hay un invento que ha hecho mucho por la paz en el mundo y del que nunca se acordarán de darle el citado premio.
Muchas veces me gusta fijarme en los pequeños inventos, y más que en ellos en cómo una persona puede llevar a plantearse modificar mediante un nuevo detalle, pequeños o grandes hábitos.
No estoy hablando ni de la bombilla, ni de la rueda, pero sí de por ejemplo una gran costumbre, la de hacer cola ante cualquier evento. ¿A quién se le pudo ocurrir la maquinita que en las carnicerías, por ejemplo, te dispensa tu número?, y que luego rememorando a la lotería de navidad, y a los niños de San Ildefonso, todos estamos esperando a que canten el nuestro.
Como en toda familia, hay diseños pobres y diseños ricos, ovejas blancas y oveja negra. La oveja negra en este mundo de hacer colas, puede ser la máquinita roja que se pone en los puestos del mercado, muchas veces parece camuflarse entre los chorizos, y tú que ya llevas más de diez minutos, te das cuenta de que acaba de llegar una señora y que ha cogido el número que ignorabas que había que coger, y por el ademán que ha hecho al guardarlo en el bolso, es más fácil que te entregue su flor, que te entregue su honor, a plantearle que estabas antes pero que no sabías....
Como en todo, los diseños que se precien, dependen especialmente del dinero que estés dispuesto a pagar, y en eso como en todo, los de la banca se llevan el premio.
Primero, al llegar a la sucursal, y en un reconocimiento rápido para que al siguiente cliente no le dé tiempo a adelantarte, tienes que ver cuál es el procedimiento a seguir, y te das cuenta que al lado de la señora que se está quejando de sus múltiples achaques, hay una máquina haciendo juego con los cajeros para expedir tu número, y que luego ya solo toca esperar a que en el tablón eléctrico salga tu bingo.
Condición sin equa non en toda espera, en la caja de ahorros especialmente, es que eres el primero en quedarte de pie porque todos los asientos ya se han ocupado, y los que están sentados, tienen cara de estar profundamente afectados por ese cansancio que es inherente a toda espera que se precie. Hay concretamente un señor mayor que parece que se está desvaneciendo, pero en cuanto aparece su número en pantalla, se levanta velozmente y con más ritmo que un Fred Astaire a la española, se acerca a su ventanilla correspondiente.
El invento del expedidor de números para la cola, es un auténtico logro para la paz mundial, pues se ha acabado con los listos que intentaban colarse y con el pesado que siempre te tocaba delante, y que sabías que no importara la cola que escogieses ibas a tener la desgracia de colocarte detrás del que lleva todas las facturas de su oficina y tiene para todo el día, mientras habla con el de la ventanilla de los últimos cotilleos acaecidos desde el día anterior, y que parece que no, pero veinticuatro horas dan para muchos embarazos y muchos cuernos.
Desde esta ventana nuestro reconocimiento a tan importante y sin embargo humilde aportación a la paz de cada día.

* FOTO: DE LA RED

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