Cuando
uno quiere estar solo, lo tiene fácil, se aleja del mundanal ruido,
se recluye en su cueva y ya está. Los que tengan esas casas que
decía aquella ministra, de treinta metros, lo tienen un poco más
complicado porque uno mismo con su conciencia, ya ocupará eso.
Aunque bien pensado, quizás esos “diseños” vendrían bien a
gente sin conciencia, pero cualquiera convence a algún ministro para que vaya a vivir allí...
El
problema viene cuando uno quiere alejarse de sí mismo. Y es que ser
uno mismo es muy cansado, y algunas veces te gustaría desconectar,
e incluso ser otro.
Debería
de haber tiendas donde lo mismo que compras un traje, pudieras
comprarte una nueva personalidad. Entras en el “outlet” por
ejemplo, que ahora está de moda poner “outlet” en todas partes,
y primero te fijas en las personalidades que están en oferta,
ordenadas una de tras de otra, aunque seguro que si están en esa
sección será por algo, y probablemente nada bueno...
Acabo
de ver una personalidad colgando de su percha que parece que está en
buen estado, en la etiqueta pone “filósofo de taberna”, huele un
poco a tabaco. Está claro el por qué ha acabado esta personalidad
en el outlet. Siempre la lleva un solitario, y su campo de acción
por definición es un bar, y tal como se ha puesto la cosa ahora,
entre lo caro que está todo y que no puedes fumar dentro del local,
el filósofo de taberna es claramente una especie en extinción.
Al
lado, hay otra personalidad, también de buen ver, pero quizás con
un cierto olor a naftalina. En la etiqueta pone “cantante
protesta”, y el juego completo incluye gafas de pasta marrón, y
la denominada guitarra española. Por el precio está muy bien todo,
el problema es que ya no se lleva. El único que queda prácticamente en activo, y no es propiamente de esa generación será
el Sabina, pero ese va a su bola, y entre lo que viaja, toma y fuma,
te tienes que gastar una barbaridad, y si no eres famoso como él, no
te trae a cuenta.
En
realidad este vecino del mundo siempre ha querido ser Gary Grant,
aunque ahora su personalidad y todo lo que conlleva te tiene que
salir por un potosí. Esos viajes a Mónaco, o a cualquier otra parte
del mundo, siempre bien preparado y descansado, sin ninguna arruga ni
en su traje ni en su cara, y con el aplomo perfecto. En el peor de
sus momentos siempre tenía el chiste perfecto que te relajaba.
Realmente no parece que interpretara, porque era él en cualquier
historia, aunque en algún momento le pudiera perseguir incluso una
avioneta con aviesas intenciones y tener que echarse cuerpo a
tierra. En el siguiente plano ya estaba totalmente limpio y su
respiración tranquila. Y ser amigo personal de alguien como Grace
Kelly. Como dirían ahora, eso tenía que molar.
En
cambio, mientras no abran el primer outlet de personalidad, habrá
que conformarse con la que nos ha tocado o forjado cada día.
Sin
embargo, muy de vez en cuando, he de confesar, que me pruebo algún
que otro smoking..., por si se me pega algo de Grant, Gary para los
amigos.
*FOTO: DE LA RED