miércoles, 30 de enero de 2013

LA SOLEDAD DEL COMPRADOR DE FONDO


Este vecino del mundo, como un político en busca de votos en vísperas electorales, va muchos días a hacer compras a lo que normalmente conocemos como “super”.
Hoy estaba precisamente pagando en la caja, mientras al ver la gran cantidad de cosas que llevaba me preguntaba el por qué siempre voy a por dos cosas y vuelvo con veintidós o más. Y eso de que conviene ir a hacer compras después de estar bien comido, por aquello de que así, sin hambre, se compra menos, en mi no da resultados.
Era en un Eroski, y éstos tienen la costumbre de que junto con la factura te dan un montón de tickets promocionando otros productos. Como es natural, para el normal de los mortales no sirven para nada porque te ofertan productos que normalmente no entran en nuestra bolsa de la compra tipo. En cierta manera, quieren que cambiemos nuestros hábitos para ellos seguir incrementando sus números de ganancias.
Al introducir la factura en el bolsillo he pensado que la factura es el equivalente en un viaje turístico al envío de la típica postal como recuerdo.
Después de las compras ya solo queda ese papel como recordatorio.
Se podría hacer un viaje por nuestra vida si, como ocurre con las fotos, guardáramos las facturas en un album, y de vez en cuando las miráramos para recordar.
-Esta factura es la de la bici del niño. Si no la hubiéramos comprado como regalo de Reyes nos hubiéramos ahorrado muchos tortazos del ex-aspirante a ciclista, y aquella rotura de muñeca, sin mencionar de que vivíamos en un quinto piso sin ascensor.
--Ésta es del abrigo aquel, imitación a bisón, pero que había que pagar con billetes auténticos.
Desde un punto de vista femenino, también podríamos recordar aquella factura del abogado para lo del divorcio. 
-Teniendo en cuenta lo desgraciadamente rápido que era para todo mi ex, lo largo que se me hizo el proceso de divorcio, pero lo bien que me he quedado.
En realidad una factura viene a ser como la radiografía de nuestro bolsillo y ya la cartilla de ahorros sería como hacer un encefalograma a nuestra economía.
La verdad es que, bien pensado, las cosas que le da a uno por elucubrar cuando hace las compras en solitario. Y es que, parodiando el título de aquella película británica, hay que comprender la soledad del comprador de fondo.

*FOTO: DE LA RED



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