Hoy se ha sabido las nuevas cifras del paro, bajando 30.113 personas en mayo, siendo la segunda caída mensual seguida.
De todas las maneras, las cifras tienen el valor que cada uno le quiera dar.
No hay más que ver por ejemplo que en una noche electoral, barajando las mismas cifras, el punto de vista de cada partido político varía, y siempre llega el momento final en el que todos han ganado.
Ésto se puede aplicar incluso a las nuevas estrellas de la televisión que son los programas de tele-realidad, en lo que todo se vista de pseudociencia. Para comenzar, en programas como Gran Hermano y otros similares que tienen lugar en una isla o en una granja, no entra nadie si primeramente no le han hecho multitud de chequeos médicos, y otra gran cantidad de test y pruebas de todo tipo.
Sin embargo hay una gran diferencia en que todos estén en perfectas condiciones físicas y mentales, y otra que sea el perfil de concursante que están buscando. Es decir, no es lo mismo que hayan pasado todas las pruebas a que estén cuerdos, porque a lo mejor no es eso lo que estaban buscando en su concursante tipo.
Esa puede ser la explicación en la que en un mismo año, pero en concursos diferentes de una misma cadena de televisión, ha habido dos concursantes que al cabo de un tiempo han presentado presuntamente problemas de índole mental, y las dos, curiosamente, daban mucho juego en las respectivas casas televisivas.
De todas las maneras, este vecino del mundo se niega a creer a que esas dos personas, ambas mujeres, no fueran detectadas en sus respectivas pruebas médicos, y digo más, vinieran así de casa.
Ambas concursantes presentaban síntomas parecidos, que dicho sea de paso, se notaban en muy poco tiempo, pero que daban mucho juego al programa. En ambos casos las normas sociales al uso se las traían al pairo.
Ellas eran el centro de su mundo y dictaban sus normas. Pasaban de la risa al llanto, de la felicidad al drama en un segundo. En uno de los casos por diversas circunstancias vivía alejada de sus padres, y fue una tía la que tuvo que tomar cartas en el asunto, para que recibiera ayuda especializada.
En el otro caso, en el último, el problema es que su familia no ve el problema, sino que todos, tanto los organizadores del programa como la audiencia, vamos en contra de ella.
Sin embargo, la pregunta es:
¿Han sido necesario tantos programas para darse cuenta de la anormalidad de sus respectivos comportamientos, o a los programas en realidad les daba lo mismo los concursantes con tal de que dieran “juego”?
Si niegan que les daba lo mismo, en realidad están poniendo en una muy mala posición a todos los especialistas que tomaron parte en los respectivos castings y no detectaron que estaban jugando con fuego.
*DIBUJO: DE LA RED