Estimado Señor empleado de La Albarca Bar Restaurante, Calle Balleneros de Donosti:
Eran exactamente las dos y media de la tarde del domingo,
6 de Julio, de 2014, aporto estos datos para que los propietarios del citado
negocio sepan del comportamiento del que creo que era el encargado en ese
momento, al menos los demás camareros le consultaban a él.
A esas horas un aguacero bastante acentuado con
rachas de viento que hacían desde cualquier punto desagradable estar a la
intemperie, pero nosotros, tres miembros de una familia cualquiera, andábamos
buscando un buen restaurante, y al parecer lo habíamos encontrado, y con mesas
libres, porque las había en uno de los dos comedores, pero al ir a preguntar al
camarero del local contiguo, ya que en el que habíamos elegido no había en ese
momento nadie, nos dijo que tenía que preguntar, y la persona consultada tras
inspeccionar el “otro local” nos dijo que no había sitio.
Al hacerle notar,
y de muy buenas maneras que en ese local no había más que unas nueve personas y
que delante nuestro había dos o tres mesas grandes vacías, dijo que tenía que
ser en la otra sala, que por otra parte estaba abarrotado y, literalmente, sin
ninguna explicación más, cerró la puerta a tan solo dos centímetros de nuestras narices.
La verdad es que analizando posteriormente sigo sin ver
el por qué de ese trato. Íbamos bien vestidos, que no teníamos por qué, era
evidente que no teníamos intención de pedir limosna y creo que dábamos imagen
de ser solventes.
Un establecimiento que ya desde su decoración, una
especie de mesón, incluyendo el nombre elegido, está dedicado al pueblo llano, debería de saber que ese mismo
pueblo sabe entender cualquier tipo de explicación, si se la da,
de la índole que sea ésta, pero dar con la puerta en las narices, no es de
recibo.
Seguro que luego la persona que se comportó así con
nosotros, será con sus amigos es el más jatorra (simpático, majo)
entre mil, pero en ese momento no dio la talla.
Es evidente, por su comportamiento al menos, que aunque
hay crisis, el negocio, ese negocio al menos, va viento en popa, porque de lo
contrario, sinceramente, no lo entiendo.
Porque, incluso, aunque no esté acostumbrado a dar explicaciones, ayer, con el tiempo que
hacía, lluvia cerrada con vientos que empeoraban todavía más el panorama, y que
incluso, desde un punto de vista egoísta, era evidente que ya muchos clientes
despistados no aparecerían.
Como desde el momento en que ocurrieron los
acontecimientos no he dejado de darle vueltas, incluso me ha dado tiempo a
pensar que si a un cliente trata así, de un empleado ni hablamos.
No está en mi ánimo hacer una arenga en contra del
citado establecimiento porque seguro que los demás serán unas bellísimas
personas, y además cada uno sabe lo que tiene o no tiene que hacer. Le escribo
para demostrarle que sé expresar mis
ideas porque a lo mejor no me dio ninguna explicación, pensando que no lo iba a
entender, y así pruebo que tengo capacidad cognitiva
Se puede entender todo tipo de explicaciones pero cerrar
la puerta en tu cara sin mediar ningún tipo de explicaciones, no se hace ni al
peor de sus enemigos. Y usted y yo no nos conocemos. Por cierto, gracias a que
nos vimos en la necesidad de seguir buscando, encontramos otro restaurante, muy
cerca del suyo donde se come excelentemente, y que lo recomendaremos a nuestros
conocidos.
Por lo demás, se despide el que fue durante unos
minutos un cliente en potencia, y que ahora es solo, gracias a usted, un ser
humano confundido y decepcionado.
*FOTO: DE LA RED