Acabo de descubrir uno de los enigmas más buscados por la humanidad, me refiero al don de la invisibilidad.
Tenía ya sospechas sobre el tema, pero hace unos momentos lo acabo de corroborar.
Aprovechando la hora, tres de la tarde, más luz y calor que en un estudio de televisión, volvía cargado con un carro de la compra, que aún siendo de color azul originalmente, se había vuelto rojo, un rojo tensión, ya que estaba a punto de explotar, para repartir de esa generosa manera todo lo que había comprado durante mi incursión en una gran superficie; después de irme, una superficie normal.
Llego a un paso cebra, entre las calles Balleneros e Isabel II en Donosti, voy a pasar con todo mi cargamento, y en ese momento viene un coche, yo no distingo de marcas, coche si era porque me ha dado tiempo a contarle las cuatro ruedas, y a poner en duda la honorabilidad de la madre del que ocupaba la plaza de conductor, y cruza el paso cebra a milímetros de mí, casi me hace una liposucción.
Lo mejor del caso es que el conductor ha puesto cara de no haberme visto, cuando yo he podido comprobar que no usaba ningún tipo de colutorio. Su actuación digna de la Concha de Oro en el próximo festival de cine.
De aquí viene mi convicción de que en Donosti, un peatón que se precie al llegar
a un paso cebra se vuelve invisible. Además al conductor, en ese mismo momento, siempre le entra urgencia, pero no una urgencia cualquiera, sino la madre de todas ellas, y en vez de frenar acelera.
Somos los del marco incomparable, los mejor vestidos, los más educados, y ahora...los descubridores de la invisibilidad.
Ahora fuera de bromas, como residente en Donosti desde hace muchos años, sinceramente creo que tenemos entre las asignaturas pendientes la de la educación vial, en especial con todo lo relacionado con los pasos cebras y lo de dar preferencia al otro. En el noventa por ciento, o más, el conductor de un coche siempre intenta pasar antes que el peatón, porque entre otras cosas lleva las de ganar.
Resumiendo, y como hubiera dicho el todavía recordado Rodriguez de la Fuente: las cebras en San Sebastián son animales en extinción.
*DIBUJO: DE LA RED
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