Viernes noche, en ninguna de las cadenas hay alguna película que me haga perder la razón.
Mientras surfeo por internet voy a poner la cadena alegre para pulsar como está el corazón amarillo del país.
Hoy hay un plato fuerte pues una de las pesos pesados de su oferta televisiva, para mí acordandome de un personaje de guiñol de mi época infantil la denomino la princesa pachuchita, porque siempre está quejandose de todo y de todos, va a airear los trapos sucios, sólo de este verano, pues ésto también, de acuerdo a la época en que estamos, se vende por fascículos.
Dejando al margen a los contertulios reunidos, que cada uno siempre juega su partida de ajedrez para enrocarse más a su sillón, y si puede arrear unas cuantas patadas a las partes nobles de los de al lado, la contundencia de los argumentos no se sostiene con la descripción de las palabras, sino con los decibelios usados para mandar su mensaje.
Intentando hablar de una manera aséptica diré, que dos personas, ella y su pareja, que están siempre discutiendo no llevan un buen camino, por mucho que la sabiduría popular refrende esa posición con dichos como amores reñidos, amores queridos.
Más de una vez he dicho desde estas páginas que a veces la mejor manera para ver las cosas claramente es contarlas con el sexo de los personajes cambiados. Es decir, si en vez de ser mujer la protagonista, fuera un hombre. En este caso, está claro de que todos sus argumentos nos darían como mínimo el perfil de un auténtico machista, lo que familiarmente conocemos como un autentico moro.
Siempre habla de su casa, de su dinero. No toman las decisiones entre los dos, ella le dice lo que tiene que hacer. A él le ofrecieron ir al programa de Supervivientes; lo más normal es que la decisión se hubiera tomado entre los dos, pues dicho por ella misma le prohibió ir, porque en cuanto ve un par de tetas pierde la noción.
En cada pareja las reglas las deben de poner entre los dos, y en este caso creo que no es así.
La televisión se ha convertido en un auténtico patio vecinal, y en el otro lado del patio estaba la cadena triste.
Como continuación de la semana anterior, en la que se mostraron imagenes de un famoso bailarín en una playa pseudonudista, pues en realidad por lo que he oído, van todo tipo de personas, aunque muchas de ellas se desnuden, dando rienda suelta a sus impulsos sexuales con otro varón, que en ese momento era su pareja.
Ahora se ha descubierto que todo fue una trampa para pillar a ese famoso personaje, y nunca mejor dicho, con las manos en la masa, trampa urdida entre otros por su pareja en cuestión.
Como premio a esa delación, palabra bien escogida porque rima con felación,
ayer dieron un gran pedazo de audiencia al hasta ahora novio.
La excusa de este proceder es que la cadena quería desenmascarar a este individuo.
Para mí el espectáculo no tiene ningún tipo de perdón. En primer lugar la persona entrevistada, no hubiera pasado el mínimo test de comportamiento. Está claro que siendo compasivo diremos que esa persona necesita de ayuda, pero mucha además. Y siendo realista, como mínimo el individuo en cuestión da miedo si piensas que te puedes topar con gente así en la vida real.
Si tu quieres ofrecer cualquier imagen en televisión siempre puedes poner cualquier tipo de excusa para darla, pero a la postre eso es inexcusable.
Estoy pensando seriamente añadir otra cadena a mi televisión, y ésta seria la del váter. Tengo que hablar un día de estos con mi fontanero...
El miedo que me da es que al tirar de la cadena..., desaparezcamos todos.
*DIBUJO: DE LA RED
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