Acabamos de llegar a casa y todavía no le doy crédito.
Sábado de carnaval y Bilbao atestado de gente. La verdad es que cuando hicimos los planes hace ya dos semanas, no habíamos tenido en cuenta de que las Carnestolendas estaban cercanas, y nuestro principal objetivo era pasar una velada agradable, primero teatro, y luego cena.
El teatro ha estado muy bien, La gran depresión, un vehículo escénico hecho a medida para el uso y disfrute de Loles León y Bibiana Fernández. Teniendo en cuenta lo servido por lo pagado ningún derecho a reclamación.
Aunque durante nuestra función, la primera, los disfraces por parte de la audiencia eran mínimos, al salir, daba la impresión de que habíamos cambiado de planeta, y estábamos, por ejemplo, entrando en la taberna de La guerra de las galaxias, donde individuos de diferentes civilizaciones confluían en el mismo garito.
Ya fuera de la sala, y viendo el panorama multicolor que se desplegaba a nuestro alrededor, hemos comenzado a pensar que igual se nos iba a complicar el plan de la cena, y de hecho, el primer restaurante pensado estaba hasta los topes, parecía que hasta la crisis se había disfrazado por un día.
Hemos tenido suerte en el segundo, uno de comida chino-italiana de dos plantas y cerca de la estación de tren. Nada más entrar, hemos notado que las camareras más que mirarnos nos escrutaban, y se reían con sonrisas cómplices. Aunque todavía quedaban mesas, mientras pedíamos la cena, se ha llenado. Todo el mundo, menos nosotros, iban disfrazados. La Nuri, mi sufrida, me ha comentado que la gente parecía que nos miraba con envidia, pero no le he dado importancia. Hemos reparado en que había unos carteles en los que se anunciaba un concurso de disfraces con premio a la mejor pareja, concretamente un viaje a Canarias, de siete días, por lo cual he pensado en broma, que siempre será uno menos allí, por aquello del cambio horario.
Había buenos disfraces, algunos con apariencia de que habían sido alquilados a empresas profesionales que abastecen a grupos de teatro. Otros, sin embargo, estaban llenos de originalidad. En un grupo había un señor lleno de canas y con toga, en realidad un juez, porque llevaba hasta el mazo, eso sí, iba preso pues llevaba las esposas puestas, y era guiado por otras dos personas, dos hombres, cada uno de ellos vestido con cinco trajes con las etiquetas al descubierto, y para dar más pistas llevaban el mapa autonómico del País Valenciano grabado en sus espaldas.
Otra pareja iban disfrazados, él con una camiseta del Barcelona, en la espalda con el nombre de Urdangarín, y en vez de número de dorsal llevaba el símbolo del dólar, y ella iba disfrazada de una de las meninas de Velazquez.
El nivel de los disfraces iba a ser alto para el jurado. En varios momentos de la cena, uno de los pocos camareros varones que había, al atendernos se reía mientras nos decía: -Muy buenos, muy buenos.
Nuestro mosqueo crecía mientras finalizábamos la cena. Al reparar en que todos miraban a los relojes, nos hemos dado cuenta de que ya eran las doce.
En un momento las luces se han quedado muy tenues, y una voz con claro acento oriental ha comenzado a hablar por megafonía.
-Leunidos el julado pala declalal la paleja ganadola, ha decidido pol unanimidad, que son...la paleja disflazada de honlados capullos tlabajadoles, pol su sentido del humol y oliginalidad.
En ese momento un haz de luz blanca ha enfocado nuestra mesa, y los demás comensales puestos en pie han comenzado a aplaudirnos.
La Nuri y yo mirábamos a nuestro alrededor, por si había cámaras, y se trataba de alguna broma para televisión, pero la cosa iba en serio.
Como veía que mi mujer comenzaba a enfadarse, le he dicho: - Mira cielo, si normalmente siendo unos honrados trabajadores la cosa no nos va muy bien, por un día vamos a disfrutarlo porque por lo menos nos llevamos un viaje a Canarias -, aunque luego y como los que se supone que eran los propietarios del local, seguían impresionados por nuestro disfraz, nos han invitado hasta a la cena.
Visto lo visto, me he lamentado a mi mujer por no haber gastado más en la carta del restaurante, a sabiendas de que nos iba a salir gratis.
La Nuri, mirándome a los ojos, me ha dicho una frase que me ha dado mucho qué pensar: -Cielo, si llegas a ser político, tu también hubieras hecho un aeropuerto de los que no se iban a inaugurar nunca -, y por un momento, solo por un momento, he tenido la sensación de que todos los demás comensales, me iban a apedrear.
*FOTO: DE LA RED
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