En la historia ha habido muchos días “H” pero hoy es el único, que al menos este vecino del mundo sepa, día “U”, de Urdangarín naturalmente. A estas horas ya debe de estar comenzando a declarar en el juzgado de Palma.
Hace unos momentos, y mientras desayunaba he conectado la radio. En ese instante una locutora intentaba hablar entre un ruido atronador de gente que la envolvía. De primeras parecía una retransmisión deportiva, pero enseguida me he dado cuenta de que el que parecía que se acercaba al área rival era el Señor Urdangarín, y con gran desparpajo se bajaba del coche y regateaba unas frases con los periodistas situados en primera línea.
Hoy en realidad es una especie de día de Reyes, y en este caso sin doble sentido. Es un día en el que se cumplen los deseos de muchas personas cansadas de que hasta ahora todo lo malo les estaba ocurriendo a ellos. Por fin hay alguien, que parecía perfecto a los ojos de todos, que por lo menos va a tener que dar explicaciones, porque presuntamente al menos algo huele a podrido por donde ha pasado.
Desde hace mucho tiempo, la tranquilidad ha desaparecido de nuestra actualidad social, y raro es el día en que no nos despierten, pues nos gustaría seguir durmiendo durante años por si cambiara esta tendencia negativa mientras tanto, con noticias algunas difíciles hasta de creer, como que de un colegio y con los alumnos en sus clases, se realice el embargo de todos los enseres del citado “negocio”, y los niños tengan que sacar sus cosas de los pupitres, porque se los llevan.
El señor Urdangarín ha sido el protagonista en versión masculina y a la española, del cuento de la Cenicienta. Pero si reflexionamos, el “Ceniciento”, en español, es una palabra con tintes “chungos”, y el protagonista no ha respetado todas las clausulas del contrato de sus sueños, y no solo se olvidó de estar en casa para las doce de la noche, sino que presuntamente se fue con malas compañías. Poco a poco está perdiendo toda la galanura del conjuro de las hadas, y presuntamente otra vez, se le están viendo las vergüenzas. Quizás él ya a lo único que aspira es a que la carroza se le convierta en calabaza, y no en calabozo.
*FOTO: DE LA RED
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