Esta mañana, mañana de Reyes Magos, por razones que no
vienen al caso, son las doce del mediodía y no se han abierto todavía los
regalos en casa, porque el único que está en disposición de hacerlo es este vecino, y
abrir los regalos sin público presente no tiene nada de “glamour”. Más o menos
lo que le pasaba a Luis Miguel Dominguín cuando se acostaba con Ava Gardner,
que tenía que ir a contárselo a sus amigos, porque en eso estribaba parte del
morbo.
Por razones que no consigo entender, porque el
pensamiento es así, sin reglas fijas, quizás sea por esa sensación de soledad
que impregna todo, me he acordado del caso del que hace unos días se hicieron
eco los periódicos de la zona. Se acababa de encontrar el cuerpo momificado
de una señora que llevaba tres años muerta en su cama, en pleno casco viejo bilbaíno, sin que nadie le hubiera echado en falta.
Siempre pensamos que al irnos, al cruzar ese túnel con
luz al final, alguien nos recordará, porque además este vecino es de la opinión
de que no moriremos del todo mientras alguien nos recuerde. Y este caso te
estampa en las narices todas las esperanzas.
Más de una vez este vecino, especialmente en vacaciones, suele sopesar la idea de lugares costeros, como por ejemplo Guardamar
del Segura o Torrevieja, en Alicante, en los que en verano hay miles de personas, y el
resto del año no queda ni el Tato. Esos
seres solitarios que un día se quedan encerrados en el ascensor de su urbanización,
donde a lo mejor es la única persona que está viviendo allí esos días. Siempre
recomiendan no entrar en un ascensor sin el teléfono móvil, pero tampoco vas a
hacer un examen de todo lo que llevas encima en el momento de montarte en uno.
Quizás la soledad no buscada y el olvido sean los peores
enemigos de la persona, y en esta noticia de la señora bilbaína, se
entremezclan en una cruda realidad, porque hablando de soledad, la soledad en
la muchedumbre sea más cruel todavía, ya que la persona de al lado se convierte
en un pedazo de cemento que le hace inaccesible.
En días como el de hoy, quizás el mejor regalo que nos
pueda dar la vida sea el tener una familia, o unos amigos, a los que "poder dar
la lata", e incluso tu corazón. Ya que la
mañana de Reyes, puede ser víspera de nada.
*FOTO: DE LA RED
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