-Los
espejos están llenos de hombres zurdos-
Esas
palabras de mi abuelo, dichas precisamente delante de un espejo, me
han acompañado toda la vida. Son las últimas que recuerdo de él, y
han sido una especie de testamento que sigue vigente.
Cuando
era pequeño, en la época en que mi abuelo me dijo esas palabras,
siempre me sentía atraído por mi “yo” del espejo, e intentaba
ser más rápido que él. Amagaba con la izquierda para al final
intentar siempre ganarle con la otra mano, pero el niño del otro
lado sabía siempre al dedillo la maniobra perfecta, y en la misma
décima de segundo, y con su zurda.
El
otro yo de mi abuelo le dijo algo al mío en el mismo momento en el
que nosotros hablábamos sobre los espejos y los zurdos, pero no les
pude entender.
A
mí me gustaban mucho las películas de vaqueros, y en ellas
normalmente el personaje del zurdo, era un ser oscuro, mal encarado y
que nunca quería saber nada de afeitarse, y con quien además había
que tener mucho cuidado en los duelos, pues intentaba matar al
protagonista, al bueno de la función.
Siempre
he tenido la sensación de que un espejo es la ventana a otra
dimensión donde todo se tergiversa y que lo importante nunca llega a
verse porque está en las esquinas, por unos centímetros fuera del
alcance de nuestros ojos.
Nunca
hemos razonado la importancia del espejo, pero gracias a él creemos
saber cómo somos, cómo nos ven los demás, pero desde nuestro punto
de vista, con la indulgencia que supone el jugar en casa, y sin la
frialdad de unos ojos que no nos pertenecen, ni pretenden
comprendernos.
Últimamente he llegado a otra teoría, más bien triste, y es que en realidad somos
nosotros quienes formamos el espejo y vivimos engañados, porque
solo somos sombras coloreadas en un mundo plano y sin alma. Y si no
les oímos a los verdaderos propietarios del espejo es porque muchas
veces opinan sobre nosotros y no salimos bien parados de sus
opiniones.
Cada
vez que me encuentro con un zurdo, en mi fuero interno estoy convencido de que es un habitante del otro lado, y me quedo con ganas de
preguntarle como cruzó la frontera de cristal y con qué motivos.
*FOTO: DE LA RED