sábado, 24 de octubre de 2015

AMANCIO ORTEGA, SUEÑO O PESADILLA



No sé si será porque ayer leí que muy probablemente Amancio Ortega ya es el hombre más rico del mundo. Lo único que sé es que esta noche he soñado con él, y he pasado frío, mucho frío. 

Obviamente no nos conocíamos, pero desde que hemos coincidido en el mismo sueño, ha comenzado a  hablar conmigo, muy campechano, y como si me conociera de toda la vida.

Por decirlo de alguna manera, me ha dado una gran entrevista; de hecho, es lo único que me ha dado, una especie de master gratuito. Era de la opinión, y en eso y en que es gallego, coincidía, por cierto, con mi madre, que para tener hay que ahorrar. Y además en todo momento ha practicado con el ejemplo.

Su casa, al menos la que he visto en el sueño, y en la que se supone que vivía, era una mezcla entre la casa de “El  Orfanato" y la de “Psicosis”.

No sé si será que al estar junto a él, y por empatía, me he pasado toda la noche ahorrando; pero hasta he soñado en blanco y negro. Me ha extrañado, pero tras el sueño, he pensado, quizás, que sería por aquello del ahorro también, pero recuerdo el detalle de que la gran mansión no tenía luz eléctrica, sino que funcionaba con antorchas colocadas estratégicamente.

Le he comentado al Amancio Ortega del sueño, que su máxima, la de ahorrar, puede que sea verdad, pero que si como es mi caso, no tienes un euro, lo único que puedes es, ahorrarte la opinión, porque no te va a entender eso de que “dinero llama a dinero".

Se ha pasado todo mi sueño trabajando y explicándome eso de que si los economistas de su empresa prevén que para el año que viene su negocio tiene que ganar mil millones, y solo llegan a novecientos, en realidad han perdido cien.

Me he sentido tan agobiado que me he despertado sudando como si me hubiera caído dentro de una piscina, y además, olímpica, con el convencimiento de que si hubiera tenido cualquier ahorro, se lo hubiera dado, sin dudarlo, para evitarle el trauma de que no había conseguido esos malditos cien millones de nada.

Creer en sentido religioso, cada vez creo menos, pero hoy me he levantado dando gracias a Dios, y a los últimos gobiernos de este país, de que no tengo nada. Porque si el sueño era verdaderamente agobiante, la realidad seguro que supera a la ficción.


Bien pensado, si hubiera leído hoy la misma noticia  que ayer, la de que Amancio Ortega posiblemente es el hombre más rico del mundo, en lugar de envidiarle, le hubiera llamado directamente y le hubiera dado el pésame por ser tan rico. E incluso, si hubiera tenido un euro, lo hubiera puesto a su disposición, sin dudarlo. ¡Qué malo tiene que ser eso de poder perder tanto dinero!

*CUADRO: "CASA JUNTO  A LA VÍA DEL TREN", DE EDWARD HOPPER. 

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