Llevo
un tiempo notando que el piso en el que vivo cada vez es más grande,
incluso mi cama es más grande. No es que nos hayamos mudado a otra
casa, sino que viendo todo lo que nos rodea estoy más deprimido que
un caracol con reuma.
Lo
único grande que veo en casa son las facturas, esas no se hacen
pequeñas con la depresión, al contrario. Cualquier día le voy a
decir a mi sufrida: -Cariño, he visto que tenemos alfombra nueva en
la habitación. - Y ella extrañada, irá rápidamente a nuestra
alcoba, así suena como más elegante, y me dirá: -¿Alfombra?. Lo
único que estaba en el suelo era la factura de tuuuuuuuuuuu
gimnasio. Que por cierto, por
el precio que pagas, ya nos podíamos haber comprado una auténtica
alfombra persa.
Visto
lo visto, nunca he entendido a
los bígamos, porque eso tiene que ser como estar con la mía pero en
estéreo.
Tampoco
entiendo a los políticos, porque viviendo en un mundo diferente al
nuestro se empeñan en que vivamos con sus reglas cuando no se
enteran de la misa la media, y lo de la misa los del partido popular,
porque los otros al no ir a misa tienen más tiempo para todo,
incluso para pecar. ¿Será por eso que antes comparaban a los rojos
con el demonio?
Visto
lo visto cada persona
debería de tener una especia de mando a distancia, para poner la
programación economico-vital que quiera. ¿Las facturas? No hay
problema, al banco malo,
por malo precisamente.
Según
las últimas encuestas la juventud está preocupada porque no va a
poder comprar ropa de marca. Con un poco de suerte, o mejor en este
caso de mala suerte, como nos descuidemos todos la única relación
que vamos a tener con los productos de marca, será el trabajar para
ellos en una habitación sin vistas ni puertas. Visto lo visto, la
única marca que vamos a tener, va a ser la de nuestro “amo” en
el lomo.
Por
una vez que se habla de España en hora de máxima audiencia en
Estados Unidos, es en un mano a mano entre el presidente actual, el
Señor Obama, y el candidato republicano, el Señor Romney, al decir
este último que no quiere seguir el camino de España.
Con
un poco de suerte, y por aquello del morbo, quizás pronto comienzan
a venir inmensos grupos de americanos, para comprobar si lo que nos
pasa es para tanto. No hay mal que por bien no venga.
Y
en realidad, visto lo visto, todo se resume en una duda que tienen
los alemanes sobre nosotros, saben que trabajamos ocho horas y que
dormimos otras ocho, pero ellos están casi seguros de que son
las mismas.
* FOTO: DE LA RED