La familia es la familia, y aunque te haga sufrir al ser sangre de tu sangre y a pesar de que te duela, no vas a amputarte algo de ti.
Lo mismo se suele decir de esa rivalidad existente entre los donostiarras y los bilbainos, aunque este vecino del mundo cree firmemente que esta rivalidad no existe como tal, pues el bilbaino es el centro del mundo, y él creó a Dios que luego hizo todo lo demás.
Según el planteamiento de este vecino, para cuando un donostiarra va, el bilbaino ya ha vuelto. Así se explica que a Bilbao, en unos diez años más o menos, no le conocé ni la madre que le parió, es decir ni Amatxu, la de Begoña. Museos mediáticos y metro aparte, Bilbao ha sabido ponerse guapo y moderno, mientras Donosti se ha dado una ligera capa de maquillaje para ocultar sus arrugas.
Lo fácil sería echar la culpa a los demás, cuando nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos y nuestra envidia al vecino. Envidia que entre otras cosas nos ha llevado a “rebautizar” a un tren de cercanías, nuestro famoso topo, con el nombre de “metro” para intentar aplacar, en cierta medida, nuestra envidia.
Ahora, como nos creemos nuestras propias mentiras, y como ya tenemos “metro”, se está dando el caso de que hay que recortar de todo, y desde la diputación se ha dicho que hay que dejarse de obras faraónicas. Como hubiera dicho un amigo mío, maño para más señas, es como mear y no echar ni gota.
Si hacer un poco más largo, y soterrado, a un tranvía de cercanías, por muy “metro” que le llamemos, es una obra faraónica, vestir en su momento, al ya fallecido Torrebruno con ropa de jugador de baloncesto, y ponerle unas alzas, sería crear un jugador de la NBA.
Si a ésto añadimos, que el partido ahora en el gobierno donostiarra no quiera dejar el coso taurino, precisamente para lo que era, para corridas de toros, y como no puede prohibirlas, sugiera que se haga en un coso portatil instalado y pagado al efecto, Donosti en lugar de ser la perla del Cantábrico va a ser el choteo del mundo, y... en algo, por fin, habremos ganado a los bilbainos. ¡Realmente patético!