Es lo que tiene el que una agencia de noticias toque un
tema, para que en unas pocas horas aparezca en multitud de periódicos. Ahora le
ha ocurrido a Banksy, una vez más, y esa especie de noticia, rumor,
suposición, charla de bar, o más concretamente, de pub inglés, en la que una
vez más se ha llegado a la conclusión de quién es. Pero, quizás, para los no
iniciados es mejor que rebobinemos.
Quién más, quién menos, ya habrá oído hablar alguna vez
de Banksy, y de sus grafitis, u obras callejeras. Nunca se ha sabido a ciencia
cierta quién es realmente.
Ahora es otra vez noticia porque un estudio elaborado por
científicos británicos basado en técnicas, estadísticas concretamente, usadas
por la policía para buscar criminales (éste es un detalle muy importante),
sugiere que el misterioso artista callejero Banksy es, en realidad, un inglés
de unos 42 años llamado Robin Gunningham, aunque esta identidad tampoco es
nueva como ya veremos.
Investigadores, de la Queen Mary University, de
Londres,
han analizado más de 140 lugares en los que el grafitero ha dejado alguna de
sus cotizadas obras, con las que los científicos crearon un mapa de “puntos
calientes” o lugares por los que el artista (no hay que olvidar eso, y
el tratamiento que presuntamente le están dando), se mueve regularmente.
Comparando los datos obtenidos en ese “perfil geográfico” con la información
pública disponible, comprobaron que varias direcciones relacionadas con
Gunningham se repetían en muchas ocasiones, entre ellas un pub, un parque o un
apartamento en Bristol.
No es la primera vez que las sospechas sobre la identidad
del artista apuntan a Gunningham. Ya en 2008 el diario Daily Mail señaló que
ese es el nombre que se esconde tras las pinturas hechas con espray, y que, eso
es lo importante, están llenas de carga e intención política.
Un experto en Ciencias Criminales en la University
College de Londres, Spencer
Chainey, declaró ante la mismísima BBC, que la aplicación de esta técnica
policial para identificar a Banksy es “legítima” (¿defendiéndose antes de ser
acusados?), pero apuntó a que no cumple con los estándares habituales de las
ciencias forenses, al no ser tenidos en cuenta factores como las fechas en las
que se hicieron las pinturas.
Seamos sinceros, si ésto hubiera ocurrido en España, en
el momento de desvelar que no cumple con los estándares habituales, hubiéramos clamado
al cielo, mientras decíamos eso de:¡Vaya chapuza!
Está claro que hay muchas ganas de desmenuzar a Banksy,
en una sociedad cada vez más controlada, cada cual con su número de
identificación. Ya se sabe, y eso es muy importante, que al arte ayuda también
a pensar, y a tener capacidad crítica... Y, si están empleando métodos
policiales, ¿se puede equiparar
cualquier libertad individual con la de un criminal por estar fuera de
los usos y costumbres?
Cualquier día, y como en una película de vaqueros, nos
vamos a encontrar un cartel de "se busca" y dentro nos enteraremos
que las musas, tan esquivas ellas, o el mismísimo Santa Claus, están en busca y
captura.
Todo tiene que ser procesado y comprendido, tasado y bendecido
bajo la lupa de la ley. Y Banksy utiliza su arte urbano callejero para promover
visiones distintas a las de los grandes medios de comunicación. Esta intención
política, en su día se dijo que pudiera estar influida por los Ad
Jammers (movimiento que deformaba imágenes de anuncios publicitarios
para cambiar el mensaje).
Todo lo que se sabe sobre Banksy, en realidad es como si
estuviera cogido con alfileres, de manera provisional, hoy se dice ésto y
mañana, quizás, lo opuesto. Pero Banksy también trabaja cobrando para
organizaciones como Greenpeace y para
empresas como Puma y MTV.
Ha vendido cuadros hasta por 25.000 libras en
circuitos comerciales. Un juego de obras de Banksy se vendió en Sotheby's
por 50.400 libras, lo que le llevó a ser acusado de "venderse", por otros
artistas y activistas. Por otro lado, y ésto es cosecha propia de este vecino
del mundo, si no se supiera que gana dinero como artista, también resultaría
sospechoso, o más.
Hay varios temas recurrentes en la obra de Banksy: ratas,
soldados orinando, policías, etc. El 22 de agosto de 2015 Bansky inauguró Dismaland,
una instalación temporal a modo de parque temático erigido en colaboración con
58 artistas elegidos personalmente por el autor.
Fue durante menos de dos meses, un parque de atracciones
creado por el artista británico, y ubicado en el complejo Weston-super-mare en
Somerset, Inglaterra. Banksy lo
describió como un "parque temático inadecuado para niños",
en claro contraste al mundialmente conocido del Señor Disney.
Siempre denuncia hechos (quizás lo que más duele de él), lo último un mural en una pared
frente a la embajada francesa en Londres en el que se denuncia el uso de gas
lacrimógeno en un campo de refugiados cerca de Calais, en Francia, mediante un
retrato de Cosette, una de las protagonistas de la obra "Los Miserables".
De todo lo anterior, y quizás de lo que no se dice, pudiéramos pensar que no convienen las leyendas, ni esos seres fantásticos, como el mismísimo Superman, u otros más de andar por casa, como un Zorro, por lo que pueden tener de "vengadores", y que tienden a idealizarse.
Aunque un Mahatma Gandhi trascienda a través de sus ideas, ésto siempre necesita tiempo, bastante
tiempo, y ahora vivimos el día a día. Un perfil como el de Gandhi, pudo ser pisoteado porque, en cierta manera, estaba controlado, pero un Banksy, o una especie de franquicias de Banksy
apareciendo aquí y allí, sin aparente orden ni control, daría alas a la Utopía,
y conviene que la gente no aprenda a volar, y mucho menos que se dé cuenta de que volar con la
imaginación es posible.
*FOTO: DE LA RED