Está
claro que el intentar mantenerse joven, o al menos ir envejeciendo lo
más paulatinamente posible, está en nosotros, pero no solo en lo
que a alimentos del cuerpo se refiere, sino del espíritu también. Y
una parte importante de este alimento es las ganas de mantenerse bien
informado.
Hace
unos minutos estaba acompañado por mi amiga del alma, la radio,
escuchando los distintos métodos que se pueden emplear tanto desde
el punto de vista del que vende, para vender más, como del que
compra para intentar comprar menos, y la verdad es que uno aprende
siempre.
Cuando
era estudiante, ya recibí algunas clases de “trucos” utilizados
en los supermercados para vender. Es sabido de la importancia de la
colocación de los diferentes productos en las estanterías, y una
regla importantísima es que lo que más se quiere vender se pone
siempre a la altura de los ojos, para que lo veas más fácilmente.
También
es muy curiosa la manipulación que sufrimos en todos los
supermercados para que lo recorramos en su totalidad. Y en realidad
es muy sencillo, tanto como repartir en las diferentes áreas los
productos de primera necesidad. Nunca están todos juntos, sino
mezclados con productos que muy pocas veces quieres, y que origina
que te vayas desplazando por los diferentes departamentos.
Sin
embargo, este vecino, que más que nada por los años ya se considera
“perro viejo” se ha sorprendido con un truco que no se había
dado cuenta pero que después de explicárselo, es más que evidente.
Los carros de los supermercados cada vez son más grandes, y no para
que te quepan cada vez más cosas, que también, sino para que tengas
la sensación de que no has comprado tanto.
Alguna
vez, he comentado con la cajera de turno eso de que, no
me había dado cuenta de que había comprado tanto. Ella,
la cajera, callada como el ayudante de un mago, para no desvelar el
truco. Sin embargo, ya lo sabemos ahora,
el
tamaño del carro es la explicación.
Por
el lado del comprador ha sido muy curiosa la intervención de una
señora, que ha comentado que hace una lista de compra, y las cosas
que no son de primera necesidad las deja paradas, hasta que tres o
cuatro días después ya se ha auto-convencido de que en realidad no
eran necesarias, porque ha sobrevivido sin ellas.
Lo
más curioso del caso de esta señora ha sido la utilización que
hace de sus hijos, de los varones, como ha dicho ella, para llevarlos
al “super”, porque
se aburren enseguida y le apremian para irse cuanto antes.
Hace
tiempo que aprendí que hay muchas cosas que hay que desaprender, en
especial de usos y costumbres que a la larga son, en cierta forma,
nocivos para nosotros. Por eso, ahora con la crisis, cuanta más
información recibamos para gastar menos, por ejemplo, mejor que
mejor.
*DIBUJO: DE LA RED