Estos
días no paran de llegarnos noticias sobre el rey, Juan Carlos I, y
su fuerte salud de hierro, y en este caso la expresión está
fundamentada por la cantidad de “apliques”, en los comics les
llamarían “gadgets”, que de un tiempo a esta parte le están
colocando. Utilizando un lenguaje juvenil, está siendo tuneado un
día sí y el otro también.
Lo
que ocurre es que con esta exposición a los medios, otra cosa es si
buscada o encontrada, se da una gran contradicción con el ambiente
general de lo que está ocurriendo en su reino.
En
un país sometido un día sí y el otro también al repiqueteo de la
tijera recortadora, no es de recibo ese aparente frenesí en lo
último en tecnología reparadora y a la velocidad que se lo están
haciendo. Además otra de las sensaciones dadas es que no hay que
reparar en gastos.
Ayer
salía a la luz un estudio por el que el normal de los mortales
hubiera tardado más de ciento cincuenta días en recibir esa
atención medica, la cual desde esta atalaya vecinal se pone en
cuarentena, porque una cosa es el ser atendido y otra el recibir la
atención y los cuidados de nuestro monarca.
Otra
de las contradicciones que se pueden captar es que al rededor del rey
hay un montón de gente, especialmente médicos, pero para el normal
de los mortales al monarca se le ve muy solo.
En
una familia normal y corriente, cuando especialmente el cabeza de
familia es internado, el resto de sus miembros se va alternando en
sus cuidados, y de nada me vale el que me digan que ya todos los
hijos tienen sus familias y sus cargos. Precisamente por eso mismo,
porque se podrían escaquear de sus deberes laborales mejor que todos
nosotros, la sensación que se percibe es la de soledad. Un museo, o
una obra de arte, recibe muchísimas visitas, pero al final del día,
está solo.
La
exposición a los medios, además, este fin de semana, de toda la
familia unida, con la inclusión del Señor Urdangarín, puede dar
lugar a más de una pregunta, y contradicción con respecto a lo que
se nos cuenta que ocurre y a lo que ocurre en realidad.
Por
cierto, y retomando la idea de la soledad de un museo, la imagen de
la familia real llegando al hospital este fin de semana, recordaba a
un grupo de turistas sedientos de obras de arte, en el que al verles, te preguntabas dónde llevarian la cámara de fotos. Otra cosa es la
plebe infantil que estaba predispuesta a ver a su héroe, al abuelo
tuneado al estilo robocop.
*FOTO: DE LA RED