sábado, 24 de noviembre de 2012

LA IMPORTANCIA DEL BUEY Y EL ASNO

Este vecino del mundo y su relación con el catolicismo es igual, y salvando las distancias, naturalmente, que la que tiene con el gimnasio, está apuntado, pero va muy de vez en cuando, aunque ir quiere ir.
Sin embargo, como ocurre con todo aquello a lo que has procesado un sentimiento especial, las idas y venidas de todo lo querido, después en cierta manera, no te dejan indiferente.
Las recientes declaraciones del Papa Benedicto XVI en su último libro sobre la infancia de Jesús, en las que se niega que en el Evangelio se hable de la existencia del buey y el asno en el pesebre, han dejado a muchos católicos no estupefactos, pero sí fuera de onda, no por la importancia de esta, digamos, declaración, sino porque las más altas instancias de la Iglesia no parecen estar en sintonía con las preocupaciones del católico de andar por casa.
En una época en que mucha gente se las está viendo y deseando para poder comer, y que un gobierno sí y el otro también esté estrujando el bolsillo del sufridor, sea católico o no, parece que a la Iglesia le trae sin cuidado, y nunca mejor dicho, prefiere hablar del sexo de los ángeles.
Quizás, y siguiendo en tono de humor, por no llorar, los católicos catalanes, sean nacionalistas o no, y con relación al portal de Belén, esperan en cualquier momento las declaraciones de la cabeza visible de la Iglesia sobre si existió el “caganer” o no, y de ser positiva la respuesta, si se sabe en qué pensaba el citado caganer mientras estaba en cuclillas.
Sería mucho más humano para la Iglesia en sí, el confesar posibles errores de sus miembros, como esos presuntos casos de abuso, y practicar el famoso “propósito de enmienda”. Sin embargo, parece que por ahora solo podemos aspirar a ahorrarnos unos pocos euros, al quitar dos figuras claves en cualquier Belén que se precie, sin contar con los innumerables “villancicos” que tendrán que ser enmendados.
Este vecino del mundo desearía también que el Papa se pronunciara sobre algo más mundano, como es el horario de las tiendas en el templo, si debieran abrir durante todo el día, o directamente cerrarlas por estar en contra del deseo de Jesús, y de transformar su templo, en el Vaticano, en la gallina de los huevos de oro.
Como dice el chiste, teniendo en cuenta que todo empezó en un pesebre, han llegado muy lejos, para que luego hablen de Amancio Ortega.
Y es que es triste decirlo pero, una cosa es Dios, y otra la Iglesia.

*FOTO: DE LA RED

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