Ayer
sobre las ocho de la tarde este vecino del mundo salió con su cámara de fotos dispuesto a
inmortalizar el eclipse de luna que iba a tener lugar. Solo me
faltaban unos rasgos orientales, para identificarme aún más con la
labor que iba a cumplir. Y como se suponía que el momento sería un
poco más tarde de las diez de la noche, salí con tiempo suficiente,
como hubieran dicho nuestros padres, para darme un garbeo por el
paseo de la Concha.
Estaba
a la altura del tiovivo gabacho-romántico en Alderdi-Eder, cuando
comencé a darme cuenta de que iba a tener la gran suerte de vivir el
momento de la noche, “el momentazo”, como hubiera dicho un
siempre excitado Boris Izaguirre, y no era precisamente el eclipse,
sino la tremenda puesta de sol que teñía el cielo y el mar
donostiarras de un rojo que para sí lo hubiera querido Doña Dolores
Ibarruri, más conocida como “La pasionaría”, porque era un rojo
pasión, un rojo que aviva los sentimientos, y te hace sentir que por
tus venas corre sangre, y que puedes apreciar esa maravilla de la
naturaleza.
Estando,
literalmente, con la boca y la mente abiertas, pude darme cuenta de
que la gente prefiere acaparar que sentir, porque la mayoría de los
viandantes en lugar de dejarse llevar por el momento en rojo,
luchaban por sacar el mayor número de fotos en el menor tiempo
posible, y algunos en posturas incalificables, intentando atrapar la
postal en cuclillas, entre los hierros en blanco de la célebre
barandilla de la Concha.
Aunque
en ningún momento se pudo ver al sol como la típica bola de fuego,
sino como una capa roja que cubría el horizonte, mis ojos habían
quedado cegados por la belleza del momento, y a partir de entonces,
el paseo se convirtió en una borrachera de sentimientos que me
hacían estar y no estar. Bajé a la arena, en una semi-inconsciencia
complaciente, y recorrí las dos playas aprovechando que la bajamar
había ampliado el espejo de arena que reluciente captaba la variada
paleta de efectos.
¿El
eclipse? Bien, supongo. Ni me enteré, ni lo lamenté, porque para
sentir momentos en negro, desgraciadamente lo estamos haciendo todos
los días.
*FOTOS: PATXIPE