Que esta noche pasada ha tenido lugar el final de la Europa League ya es más que sabido, y a los que no les gusta el fútbol, que los hay, estarán hasta el gorro; el mismo gorro en el que otros se hartan de baloncesto, balonmano, o el deporte que sea.
Este año ganara quien ganara, siempre iba a ser un equipo español, aunque entre los vascos, la gran mayoría quería que ganara el equipo del bocho.
Este vecino del mundo suele abrir muy pocas veces su ventana, prácticamente nunca, para hablar del deporte por el deporte en sí. Y esta vez tampoco iba a ser una excepción.
Si traigo este tema, el del partido de ayer, a colación no es por su vertiente deportiva, sino que digamos por su lado social.
Me explicaré. Tengo un amigo más de dos décadas más joven que yo. Lo comento porque en este caso creo que es importante, y que es vizcaíno y del Athletic de Bilbao. Con la fuerza que le da la juventud y la falta de experiencia, ayer en una red social colgó un dibujo sobre un león paseando por Europa. Normalmente entran sus conocidos, y ayer muchos de los guipuzcoanos, concretamente de la Real Sociedad, de la que yo soy aficionado y accionista, y durante mucho tiempo socio, le expresaron su deseo de que sus colores perdieran, y que preferían que ganara siempre el que se enfrentara al Athletic.
Está bien que los rojiblancos sean nuestros vecinos de la calle de al lado, y que muchas veces parezca que son los propietarios de su calle y de la nuestra, pero lo mismo que tenemos una tía que nos cuenta sus batallitas cada vez que nos ve, y no queremos, sin embargo, que nadie le haga nada malo, este vecino opina que lo mismo debería de pasar con los vecinos del Athletic.
Personalmente en un derbi siempre preferiré que gane mi equipo, pero en días como el de ayer, me puse muy triste primero porque ellos perdieron, sin que dieran la imagen que hasta ahora habían dado, y segundo porque gente que quiere los mismos colores que yo adoro, prefiera que gane siempre el equipo contrario a otro que también es vasco.
Quizás muchas veces las cosas puede que nos vayan como nos van por nuestro exceso de envidia que llevamos dentro y que no reconocemos porque la culpa siempre tienen los otros.
La amatxu de Begoña no será la nuestra, pero como mínimo es hermana de la Virgen del Coro, y un aitite no deja de ser el hermano de nuestro aitona.
*FOTO: DE LA RED