sábado, 5 de mayo de 2012

LA ERÓTICA DEL COMER

Llevo unos días en constante lucha con uno de los electrodomésticos de mi casa, me refiero al frigorífico, y es que tiene la costumbre de ofrecerme comida todo el día, y a todas horas, y no debería de tocarla.
Me he declarado oficialmente, en vez de zona en obras, como cuerpo en régimen, y no como consecuencia del verano que pronto enseñará su patita, sino por cuestiones de salud. Y es que  toda desmesura, se convierte en vicio, y la mayoría de los vicios son carísimos, y la comida también se está convirtiendo en uno de los vicios caros. 
Además, me he dado  cuenta de lo egoísta que era rompiendo las estadísticas, ya que en los cálculos esos que se suelen hacer de la comida per capita que se debería de comer cada día, o cada mes, o cada año, yo siempre me comía el calculo establecido para otras tres o cuatro personas, y eso no era justo, pues obligaba a esas otras personas a mantenerse alejadas de uno de los mayores placeres de la vida.
Frases como “Lo bueno que está”, y “Está como para comerselo” mezclan el erotismo del sexo con el placer del comer. Además, en el momento que tenemos abundancia de alimentos, podemos decir esa frase tan socorrida de “Tenemos comida como para parar un tren”, que son las mismas palabras que utilizaremos para definir, por ejemplo, a una mujer despanpanante, y que también está como para parar el mismo vehículo locomotor.
En realidad, solo se me ocurre una situación relacionada con la mujer, en la que parar ese tren, a parte de que se pusiera en la misma vía, claro, y es que la belleza en cuestión, se cruce con nosotros que vamos en el tren, y que para seguir admirándola, nos veamos forzados a darle al freno, con la consiguiente lluvia de insultos por parte de los demás pasajeros, y la correspondiente multa por desaprensivos, y por haber jugado con la vida de los demás pasajeros.
Lo dicho, llevo varios días, desde el comienzo del régimen concretamente, en que lo que más me erotiza es pensar en unas fresas con chocolate, con el chocolate solo ya me conformaría, aunque al final lo tenga que hacer con un yogur con trocitos de nada, y con sabor a ese mismo nada. Lo mismo que ocurre con el sexo, que una cosa es la imaginación y otra la realidad, y de las condiciones óptimas pasamos a las condiciones mínimas.
Como se suele decir en estos casos, llevo unos días vigilando la comida, sobre todo la que se me escapa porque no la puedo probar.
Mi intención es cuidarme la salud, y algo por ahora ya estoy consiguiendo, porque, como en el chiste, no sé si viviré más años, pero lo que es largo se me está haciendo larguísimo.

*FOTO: DE LA RED

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