Algunas
veces uno tiene la sensación de ser un bicho raro al comprobar que no ha hecho
cosas que al parecer otras personas hacen normalmente, y de haber vivido, en
ese caso, una vida de lo más anodina.
Esa
es la sensación que le ha invadido a este vecino del mundo al enterarse de lo
presuntamente ocurrido entre los estudiantes del campus de la Universidad de
Deusto en Bilbao, donde presuntamente, han sido pirateados miles de archivos de sus
móviles y portátiles.
Al
parecer, y según se comenta, quien más quien menos llevaba archivos íntimos,
que al publicarse harían sonrojarse hasta a la mismísima Emmanuelle, el
personaje cinematográfico.
En
mi juventud, donde todavía no existían los teléfonos móviles, nadie hubiera
osado a sacarse fotos íntimas, por aquello de tener que llevarlas a las tiendas
de revelado. Ahora ese proceso no es necesario, y cambia mucho el escenario,
pero me niego a pensar que los chicos y las chicas de ahora hagan competiciones
de quien la tiene más grande o frondosa,
o “mira lo que te está esperando, cariño”.
De
todas las maneras algo muy raro ha ocurrido en el caso que nos atañe, pues
nadie al menos confiesa ser uno de los sujetos que aparecen en los archivos
sacados a la luz pública, por lo que en cualquier momento se pudiera decir
que esas fotos provienen de algún otro lugar.
Como
todo esto de los teléfonos móviles e internet en realidad no lleva mucho tiempo
realmente, todavía estamos en mantillas en lo que a sufrir las consecuencias de
ser pirateados, y no queremos pensar que de la intimidad, a ser observado por
millones de personas, hay un paso muy estrecho.
Hay
máximas, sin embargo, que han servido siempre y seguirán sirviendo en la era
digital, o en cualquier otra que pudiera venir, como esa que nos aconsejaba nuestra
madre desde muy pequeños, de que “si no
quieres que trascienda un secreto, no se lo digas a nadie”. Y todo dispositivo móvil, incluidos los ordenadores
sean de sobremesa o portátiles, han demostrado hace mucho tiempo ser “amigos”
no muy seguros, o de lengua muy larga.
Visto
lo visto, queda patente que si queremos que alguien nos vea nuestros más
rizados secretos, es mejor que esté presente a que se lo comenten las nuevas
tecnologías, además de esta manera siempre existe la posibilidad de poder tocar el género, y nunca mejor
dicho.
*FOTO: DE LA RED