Tengo un sobrino de tres años que tiene mucho peligro, pues está todo el día preguntando, a parte de que si le vas a sacar una foto, seguro que sale movido.
Tenía la radio puesta cuando alguien, uno de los participantes en el coloquio de turno mencionó algo de los efectos especiales.
Diego, mi sobrino lo cogió al vuelo, y me preguntó: -Tío, ¿qué son los efectos especiales?
Le comenté que lo que se ve en las películas es una historia que no es real, que es como un cuento de los del abuelo, pero con imágenes, y que los que lo interpretan son actores, y que ni Superman vuela, ni los X-men tienen poderes. En mi mente aparecieron los tres magos de oriente, y un viejo carbonero un tanto gordito, pero giré por otro lado.
Cuando ya parecía que había quedado todo claro, vino la pregunta de todas las preguntas:-Tío, ¿existen los efectos especiales en la vida?. Me lo preguntó sin mirarme, mientras rompía un edificio que acabábamos de construir con piezas de plástico.
Hablando de efectos especiales, al instante, y como efecto de la pregunta, fui teletransportado a lo más profundo de mi yo.
Me ví conociendo a mi primer amor, con mi primer beso. Era como el increible
Hulk, por lo poderoso que me sentía, pero en vez de verde, en rojo, por el calor que desprendía mi cuerpo. Eso eran efectos especiales. Incluso sentía efectos de sonido, con pajaritos al lado de mis sienes, latidos con eco de mi corazón, y la más maravillosa de las bandas sonoras, un cruce entre el Tema de Lara, del Doctor Zhivago, pero acabando con un remedo del célebre tema de Superman.
Aquellas noches de Reyes, mezcla de noche de cuento de hadas y de historia de Hitchcock, con efectos de sonido del reloj de pared que está en el pasillo, y primer plano de las gotas de sudor que cruzan mi frente.
Esos días de alegría donde todo parece que ha encogido, por lo grande que eres, y estás en el país de Liliput, o esos días de desprendimiento de retina moral, y que todo lo ves a cámara lenta, y grande muy grande y un tanto desenfocado.
Estaba yo en éstas, cuando noté que un par de pupilas, grandes muy grandes, continuaban mirándome.
Al instante contesté lo primero que pude: -Me parece que tu padre te está buscando, vamos a ver que quiere-, agarrándole de una mano le convertí en Superman volando por primera vez. *FOTO: FOTOGRAMA DE CHITTY CHITTY BANG BANG (DE LA RED)