lunes, 25 de julio de 2011

CUIDADO CON EL TRANVÍA


Estaba dando un paseo a primera hora de la mañana, aprovechando que había dejado de llover. Iba perdido totalmente en mis pensamientos, cuando dos mujeres, paseantes también, acompañadas de un perro, me han adelantado. El perro me ha sacado de mi abstracción pues iba totalmente forzado, ya que se empeñaba constantemente en mirar para atrás, hacia otro perro.
Durante los dos minutos que hemos coincidido por el mismo camino no he podido dejar de mirarlo pues una y otra vez con tozudez se empeñaba en buscar a su colega, no importando lo lejos que ya estuviera.
Me he perdido en mis pensamientos otra vez, pero ahora me venían paralelismos entre la actitud del perro que acababa de observar y la de muchas personas en su vida.
Hay gente que parece mantener la filosofía de que cualquier tiempo pasado fue mejor . Personalmente creo que en realidad el mirar mucho para atrás equivale a lamentarse y enquistarse, y eso no es bueno.
A mi mente vienen rápidamente imágenes de dos películas cuyos personajes centrales, las dos son mujeres, se empeñan en vivir en el pasado: Un tranvía llamado Deseo, y El crepúsculo de los dioses. Las dos películas son palabras mayores en el mundo del cine, y la primera también en el del teatro. Naturalmente que en ambas ese deseo de mirar hacia atrás está llevado a su máxima potencia, y es comprensible, ya que la mejor manera de criticar algo es elevandolo a problema.
Normalmente sólo suele quedar el deseo de seguir siendo joven, de quitarse años.
En ciertas personas es peor el remedio que la enfermedad, es decir llegan a parecer caricaturas de sí mismas.
Todos conocemos personajes que cuando eramos jóvenes, ya eran conocidos y ahora arrastran sus cuerpos y sus operaciones por donde les quieran escuchar...pagando naturalmente, e intentan que comulguemos con ruedas de molino para que creamos que su calendario va más lento que el nuestro y la única razón que se les ocurre aportar es que comenzaron muy jóvenes.
Yo estoy totalmente de acuerdo con la filosofía del Adolfo Dominguez de los años ochenta, aquella frase de que la arruga es bella.
Considero que las arrugas son cicatrices que se ganan con el tiempo, lo mismo que la experiencia que es aquello que te vas llevando, y recopilando, de los momentos buenos y de los malos, pues también de estos se aprende y de nada vale lamentarse, porque lo que no mata engorda...la sabiduría.
Ni que decir tiene que lo que no hay que hacer es abandonarse y sí cuidarse para que podamos montarnos cada día en el tranvía de nuestra vida, y evitar que nos atropelle.

*FOTO: FOTOGRAMA DE "UN TRANVIA LLAMADO DESEO"

No hay comentarios:

Publicar un comentario