El
hombre desde que es hombre ha intentado jugar a ser Dios. En el arte buscando la perfección, y en la ciencia
intentando descifrar lo que durante mucho tiempo parecía
indescifrable. Paso a paso se van rompiendo nuevas barreras y una de
ellas es la de la vejez. Seguimos teniendo fecha de caducidad pero
cada vez duramos más. Otro cantar ya sería la calidad de vida.
Ayer
me vino La Nuri, mi sufrida, toda alterada porque se había enterado de que nuestros vecinos de arriba, El Dionisio y La Sole, ambos
septuagenarios, acababan de volver del señorío Disney en su
versión francesa. Habían sido llevados por sus hijos, a los que ven
muy poco, porque todos tienen desde hace muchos años, su propia
familia, y lo que me causó una mezcla de ganas de reír y de llorar
al mismo tiempo es que, a través de la misma Sole hemos conocido que El
Dionisio se ha querido montar en todas las atracciones.
Todo
quedaría en una agradable anécdota, si este vecino del mundo
ocultara el dato de que nuestro vecino apenas puede mantenerse en pie, y necesita la ayuda de su mujer prácticamente para todo. Ella, desde el punto de vista de madre, siempre nos habla
de lo que hacen sus hijos, de lo bien que viven, y de sus logros,
pero es obvio que es su manera de disculparlos ante su propia
conciencia que interiormente le dicta que sus hijos les tienen
prácticamente olvidados.
Lo
peor de todo es que esta noche este vecino ha soñado con los venerables ancianos, y se
los ha encontrado en varias atracciones de las fuertes, montañas
rusas con doble tirabuzón, mientras El Dionisio gritaba como un
poseso, y con los ojos fuera de sus órbitas : -Hijos de mala madre.
En
nuestros días es tan duro ejercer como padres, que como hijos de
padres mayores, intentando compaginar, en este caso, el ocio con la
responsabilidad, y hay momentos en el que se nos puede ver la patita
del egoísmo.
No
hay que esperar a que el vecino, y nunca mejor dicho, nos dé un
toque de atención, porque cada uno bastante tiene con lo suyo, y
además no es quién para hacerlo. Es tan sencillo como parar un
momento el torbellino en el que normalmente se ha convertido
nuestra vida últimamente, y mirarse al espejo durante unos
segundos, y este amigo, en este caso enemigo, de cristal te va a
decir a la cara las cosas que no debes hacer, porque en realidad lo
sabes, y lo verías si por un momento fueras tu vecino.
*FOTO: DE LA RED