jueves, 14 de febrero de 2013

EL AMOR COMO CONDIMENTO


Ayer me acordé de esa película en la que el personaje de Woody Allen se pasaba un montón de tiempo vigilando al del kiosko de revistas hasta que se quedara solo, con intención de comprarle varias revistas porno. Al final cuando las intenta comprar sin que nadie se entere de su propósito, el mismo vendedor le empieza a hablar muy alto sobre las revistas que le ha pedido, y encima se las empaqueta con un papel en el que hace publicidad del contenido.
Más o menos este vecino del mundo vivió ayer un momento parecido al entrar en una tienda especializada en chocolate, para comprar un detalle para la Nuri, mi sufrida, pues no hará falta recordar que hoy es el día de San Valentín.
Ni que decir tiene, pues no voy a desvelar el contenido del regalo, que el envoltorio era mucho más “voluminoso” que el continente, y diseñado especialmente para que no pasara desapercibido durante su transporte, como se puede ver en la foto. Aproveché muy sutilmente para comentarle a la señorita que muy diligentemente me atendió, que el día que quiera perpetrar un hecho delictivo, iré a su negocio para crearme la coartada, ya que no pasaré desapercibido por la calle, y cualquiera podrá atestiguar el minuto y segundo en el que me pudo observar.
Hace tiempo que se puso de moda eso de decir que “yo no practico el regalar un detalle el día de San Valentín, porque eso se lo hago a mi chica cualquier día del año”. Con lo cual quedas muy bien, y no te gastas un duro, porque no lo vas a hacer, ya que no es lo mismo ir con la persona que quieres a un sitio que a ti te apetece, que hacerlo por ella.
El amor, analizado fríamente, en realidad se parece mucho al carnet de conducir por puntos. Todos llevamos una especie de marcador invisible en el que vamos acumulando puntos a favor y en contra, y en realidad lo conveniente es tener estabilizado el marcador de ambos tipos de puntos, sin sobresaltos.
No hay que confundir ésto con una vida aburrida, ni ser un Indiana Jones del amor para vivir de aventura en aventura.
La vida es una mezcla de sal y pimienta, y con la experiencia que dan los años, hay que saber condimentar las vivencias juntos, sin que empalaguen, ni empachen, pero que tampoco ninguno de los dos se quede hambriento.
Como se suele decir, a nadie le amarga un dulce, y en el paquete destinado a la Nuri, había muchos.

*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA

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