Hoy
me he despertado con las declaraciones de un Juan Mari Arzak,
que en un tono de “diva de los fogones” del que en realidad él
siempre ha huido, dice: “No voy a retirarme, yo quiero
terminar en una mesa de cocina.”
Vaya
por delante, y con el ánimo de espantar las dudas, que el Señor Arzak
es una de esas personas que a este vecino del mundo siempre le han
producido ternura y mucho respeto. La ternura se siente o no, y este
vecino ni puede ni quiere reprimirla, y el respeto se consigue
como consecuencia de toda su trayectoria.
De
todas maneras las citadas palabras son más, este vecino quiere
pensar, una pose a tenor del homenaje que ha recibido por parte de la
Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, centro en el que
estudió en su quinta promoción.
A
este vecino nunca le han gustado ese tipo de declaraciones, sobre
todo se dan en el mundo del teatro, en el que actores de los de
toda la vida, en el que como en este caso, después de un
homenaje, y en un tono dramático quizás remedando a los clásicos,
parece que quieren ponerse el mundo por montera.
Aquí
podría haber un juego de egoísmos, en primer lugar por parte del
público en el teatro, y del comensal en un restaurante, “exigiendo”
la vida entera de su ídolo, y por parte de la “estrella” en
cuestión, paseando sus vergüenzas en la última fase de su vida.
Como
consecuencia de que la vida va forjando un carácter y una manera de
pensar, este vecino que sabe que es un malpensado, y ni puede ni
quiere cambiar, cuando una “diva”, y en este caso en realidad
no se refiere al gran chef donostiarra, hace este tipo de
declaraciones es porque la vida le ha ido muy bien, y en realidad no
quiere dejar su negocio ni con agua hirviendo.
Siempre
le han parecido excesivas y chirriantes declaraciones de algún
colega del de Donosti, diciendo que él lo único que persigue es
hacer feliz a la gente mediante el estomago, y lo que no te dice es
que tiene en sus fogones a gente que viene de todas las partes del
mundo, y no solo no cobran sino que pagan por aprender. A eso en el
pueblo del vecino se le llama hacer negocio redondo.
De
todas maneras, y si el fin principal de una persona verdaderamente es
hacer felices a los demás, lo que debería de hacer es dedicarse en
cuerpo y alma a alguna actividad por el bien social, o incluso crear
una nueva O.N.G. y no sufrir entre fogones.
*FOTO: DE LA RED